Asociación de ideas

Esperando la llegada del autobús que iba a Ayamonte oímos recitar a un pescador jubilado estas coplillas que suenan un poco trogloditas(1).

María Manuela, ¿me escuchas?
Yo de vestíos no entiendo,
pero... ¿te gusta de veras
ese que te estás poniendo?
Tan fino, tan transparente,
tan escaso y tan ceñío,
que a lo mejor por la calle
te vas a morir de frío
. (verso completo aquí )

Mi prima Ali prestó atención a los últimos ripios y comentó que le sonaba lo del vestido ceñido y transparente. Le contesté que eran los famosos versos de María Manuela, ¿me escuchas? En ese momento metió baza en nuestra conversación el pescador y no la soltó hasta que llegamos a nuestro destino. Nos dijo el hombre que no deberían ir las mujeres como en la canción, transparentes y ajustadas, enseñándolo todo. Que cuando era un chiquillo las mujeres llevaban las faldas hasta los pies. Recordaba que con otros muchachos iba al lavadero a ver los tobillos de las mujeres. Alguna vez se llevaron un puntapié mientras miraban.

La conversación derivó inexplicablemente en unos segundos hacia la negritud. Nos contó el pescador que sirvió en la marina y que lo destinaron a Santa Isabel, en la isla de Fernando Poo. Un día que estaba fregando la cubierta de madera subieron al barco un blanco y un negro. Le hizo una señal al negro diciéndole “apártate negro” y el blanco le sancionó con quince días de arrestó. No comprendía a qué se debía el castigo hasta que un compañero, paisano suyo, le dijo que a los negros se les llamaba morenos. El marinero nos dijo que hacía poco que se había cruzado en Ayamonte con una negra que, sin desmerecer a nadie, era guapísima y que además tenía un cuerpo muy bien formado. Cuando pasó por su lado no tuvo por menos que decirle “ buenos días morena ” y ella mirándole le respondió: “ buenos días rubio ”.

Una vez en el autobús, se sentó enfrente de nosotras diciendo que él solía sentarse mirando a proa pero que para seguir la conversación se iba a sentar mirando a popa. Retomamos el tema de su servicio militar. Nos contó que se ofreció voluntario para enrolarse en la marina(2). El 1 de febrero de 1947 a las once de la noche partió su barco de San Fernando y tardó dieciséis días en llegar a las colonias españolas. El blanco que le arrestó quince días por llamar al negro por el color de su piel resultó ser el capellán del barco. El pescador se siente en deuda con este cura que le enseñó todo lo que sabe, porque no había tenido oportunidad de aprender mucho desde que empezó a trabajar en la mar a los nueve años. Resumió su relato con esta frase redonda: “ El que no tropieza no se cae”.

Tras darle muchas vueltas no comprendí el porqué de esta conversación hasta que miré al suelo y vi que de mi minifalda blanca sobresalían unas piernas tan negras como las de moreno del barco de Santa Isabel.

Lula

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Versión blog

(1) Le suelo llamar machismo-leninismo a estas demostraciones de talibanismo
(2) En la marina la mili duraba un año frente a los dos de los de infantería