Vecinos

Vecinos de ayer

La especie de los vecinos es, sin duda alguna, la más abundante de nuestra fauna humana. Y lo es porque, al fin y al cabo -y como asegura esta perogrullad- "cada uno de nosotros somos vecinos de alguien y este alguien es vecino nuestro".

Hasta bien avanzado el pasado siglo la mayoría de las casas de nuestras ciudades eran de alquiler, contaban con portero -todavía no se decía esa cursilada de físico- y en la mayoría de los casos los edificios contaban con la existencia de tres escaleras: exterior, interior y en algunas, la de servicio.

Una distribución que tenía una clara lectura socioeconómica ya que dividía la casa en dos zonas: los pisos de la zona exterior, amplios y dotados de hermosos miradores, acogían a las familias pudientes, y por el contrario, las viviendas de la estrecha escalera interior, eran más pobres y reducidas, daban a un angosto y maloliente patio y eran ocupadas por personas con menos posibles.

Los inquilinos de la escalera exterior podían ganarse el cielo practicando la conocida caridad decimonónica con los habitantes de las buhardillas, casi siempre habitadas por un modesto jornalero que, como en los relatos de Dickens, tenía un exiguo salario, una mujer mártir y santa y unos hijos a cual más desnutrido.

Los vecinos de ayer, con independencia del tipo de escalera por el que transitaran, se saludaban cordialmente, mostraban un sincero interés por la salud de sus convecinos y participaban activamente en cualquier acontecimiento, feliz o desgraciado, que les afectase. Y eso era algo que repercutía muy positivamente en los niveles de salud mental de aquellos afortunados vecinos.

Vecinos de hoy

Todo parecido entre los vecinos de ayer y los de hoy, es pura y simple coincidencia. Ello en buena parte se debe a dos circunstancias. Por una parte el régimen de alquiler ha dado paso al acceso a la vivienda en propiedad y estas se han diversificado en tipos muy diferentes: apartamentos, pisos, duplex, adosados, pareados y unifamiliares.

Curiosamente cada uno de estos nuevos tipos de vivienda va a marcar una diferencia muy sustancial en el grado y tipo de las relaciones de vecindad.

En los grandes bloques de apartamentos y pisos, los escasos centímetros de grosor de los tabiques que separan las viviendas, permiten, con enorme facilidad, disfrutar de los gritos de los niños, las conversaciones de los mayores, los programas de televisión más horteras, los sonidos característicos de sus hábitos higiénicos, y la cantidad y calidad de sus efusiones íntimas.

Las relaciones sociales entre los vecinos, son, en la mayoría de los casos, inexistentes, comportándose como auténticos desconocidos y se limitan, en el mejor de los casos, a un monosilábico saludo, apenas musitado y que nace forzado por la corta distancia que impone la reducida caja del ascensor.

Cuando en casos muy excepcionales surge algún simulacro de buena relación vecinal, ésta se encontrará constantemente amenazada por el recelo que despierta el progreso del otro: la adquisición de un nuevo automóvil, la compra de un novedoso electrodoméstico, el lugar escogido para veranear, etc.,etc.

Los habitantes de adosados, pareados y unifamiliares aunque ponen medias distancias con sus vecinos, ello no les libra de innumerables peligros: el olor a barbacoa de los festivos, los constantes ladridos de los perros, los decibelios del equipo musical de su adolescente vecino, las ruidosas sesiones de piscina, el ruido de la máquina cortacéspedes, etc., etc.

Pero uno de los mayores peligros que acechan a unos y otros llega de las conflictivas reuniones de la Comunidad de Propietarios. Un peligro que alcanza su acmé cuando un pacífico vecino es propuesto para Presidente de la Comunidad.

Si esto sucede, mi experiencia me obliga a aconsejarte que rechaces con todas tus fuerzas, tal distinción, porque corres el peligro de ver afectada tu salud mental, perder el saludo de tus vecinos y, lo que es más grave, no tener a nadie a quien pedir unos dientes de ajo o un puñadito de sal.

 

Miguel Arribas

Más relatos de Miguel Arribas, pulsar aquí
e-mail de contacto: miguel.noviem@gmail.com

Versión blog