A GUARDA - Episodio III: El retorno

viene de Episodio II: La estancia (o similar)

Después de un sueño reparador y un suculento desayuno, nos dispusimos a partir hacia Madrid pero sabiendo de antemano que nuestro autobús tenía serias limitaciones de velocidad. Como el día anterior no nos dio tiempo de subir al monte Tegra, decidimos hacerlo antes de partir hacia nuestro destino para comer: Astorga.

Subimos al monte por una empinada carretera de pronunciadas curvas, dejando a la derecha un monumental vía crucis de enormes cruces de piedra que conduce a la ermita de la santa(1) que da nombre al monte. Cerca de la cúspide se encuentra la citania(2) de Santa Tegra, que recuerda mucho al poblado de Asterix y Obelix. Desde la cima del monte la vista es espectacular: se divisa la desembocadura del Miño, cuyas aguas discurren tranquilas al encuentro del Atlántico. El punto de cruce produce un choque de fluidos que se dibuja nítidamente mediante una línea divisoria, que separa claramente lo dulce de lo salado. Este grandioso esplendor solo queda empañado por las antenas de los teléfonos celulares que con total desfachatez brotan de las construcciones prerromanas. Ni al Ayuntamiento ni a las operadoras se les ha ocurrido disimular o situar las antenas en otra zona menos arqueológica. Dejando atrás las citanias celulares, partimos camino de la Maragatería.

Atravesando inmensos campos, antaño transitados por los arrieros maragatos, que dominaban el transporte desde Galicia hacia el interior y con una velocidad de crucero equivalente a la de sus carretas, llegamos a la bimilenaria ciudad de Astorga, nacida bajo el poderoso influjo de Roma, a la que debe su nombre de Astúrica Augusta. Esta ciudad estratégicamente situada entre el noroeste y el centro de la península Ibérica, floreció como centro administrativo y religioso siendo famosa por sus chocolates, parte esencial de las meriendas que las beatas después del rosario servían a los curas, junto con los picatostes y las mantecadas. Los arrieros maragatos, menos hedonistas que los curas, en vez de comérselo comerciaban(3) con él con gran éxito de ventas, dándole especial renombre. Tal fue la importancia del chocolate, que existe un Mueso del Chocolate en Astorga(4) .

Llegamos a nuestro objetivo, que para variar era gastronómico, consistente en un cocido maragato. Para el que no ha tenido la oportunidad de comerlo, les desvelaré un secreto que les chafará la posible sorpresa: el cocido se come al revés, primero la carne, después los garbanzos y verduras y finalmente la sopa. Toda la comarca maragata es famosa por sus legumbres y sus chacinas, por lo que el cocido es excepcionalmente bueno en casi todos los sitios aunque el que goza de más renombre es el que dan en La Peseta. El nombre de nuestra ex - moneda permanecerá asociado a ese plato energético que esperemos que la cultura del euro respete.

Después de la ingestión de tan suculento plato, afloró de nuevo la inquietud artística y nos dimos una vuelta para contemplar la huellas de Gaudí en la ciudad. Con todos mis respetos al gran arquitecto, el palacio episcopal me pareció un cruce entre Exin Castillos y el logo de Walt Disney. Agotamos los últimos minutos antes de partir hacia Madrid en la compra de las exquisitas mantecadas de la zona. El non(5) , haciendo honor a ese detallismo masculino, olvidó comprarlas para su familia, pero la esposa de Fitipaldi, que está en todo, subsanó este olvido.

A Guarda nos aguarda

Lula

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(1) Santa Tegra o Santa Tecla en castellano es patrona de los Informáticos, dado su premonitorio nombre. Algunos informáticos pretenden que sea San Proceso, pero son minoría.
(2) Para el que no esté familiarizado con el término, citania es una ciudad fortificada, propia de los pueblos prerromanos que habitaban el noroeste de la Península Ibérica. En concreto la de Santa Tegra fue declarada Monumento histórico - artístico en 1931, no sé si antes o después del advenimiento de la República.
(3) Como se puede observar no es lo mismo comerciar con chocolate que traficar con chocolate.
(4) En el número cinco de la astorgana calle de José María Gay se halla este museo dedicado por entero al chocolate y su elaboración. No en vano este producto adquirió gran importancia en la ciudad leonesa en los siglos XVIII y XIX. Etiquetas, carteles, fotografías, aperos y maquinaria muestran la historia de uno de los productos más preciados por los golosos: el chocolate.
(5) Para el que no haya leído los otros episodios, es el caballero que vino sin esposa.