Borja Mari

Que la cuna sea un origen no un destino
Clara Campoamor

Nunca un nombre de pila ha pesado tanto en el destino como el de Borja Mari. Los padres que eligen semejante apelativo para su retoño, lo están predestinando a un futuro predecible.

El destino empieza a fraguarse en la ceremonia del bautismo cuando el cura entona el "Yo te bautizo en el nombre del padre y del hijo" derramando sobre la cabeza de la criatura un abundante chorro de gomina. Esta sustancia viscosa se adherirá a su cabellera de por vida produciendo efectos colaterales en su garganta que serán la base de su engolamiento.

Su vida escolar sólo puede ser encauzada por la enseñanza privada. Condenado a una cabellera hierática, en la que únicamente se escapan algunos pelos de la nuca, no se le podrá dejar a merced del patio de un colegio Público porque sería una victima de la crueldad infantil, incluso antes de que abriera el pico. Su sino será relacionarse con Pelayos y Pocholos dotados de la misma pelambre acartonada y brillante.

Empezará a tener ventaja en el acceso a la Universidad cuando esa vulgaridad de las “notas de corte” no sea un obstáculo para él. Sólo tendrá que echar mano de un buen “corte” de pelo y de traje, junto con la cartera de sus padres, para que se le abran las puertas. Se graduará entre semejantes con toga y sombrero que a duras penas despegará de su cabeza después de la ceremonia.

La vida laboral le arrastrará sin remedio a una firma de consultoría fina, en las que el hábito hace al monje. Antes de llegar a socio deberá batirse el cobre con clientes que se llaman Paco, Antonio, Luis, Carmen... Es el momento crítico en el que descubre que existen personas extrañas que llevan el pelo al viento o que van rapadas. Empezará a intuir que está en minoría y le parecerá percibir cierta sorna ante su impecable acento del Barrio de Salamanca. Pero son "Clientes" y tendrá que hacer como si no se diera cuenta.

Una vez superada esta prueba de fuego volverá a su ecosistema original de cabelleras esculpidas y de voces gangosas, recordando con horror esas gentes de nombres vulgares que no tienen un destino tan claro en la vida como él.

Pobre Borja Mari la de cosas que le ha negado la vida por tener ese nombre.

Lula

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