Mayo 2004

18/09/2006 Carta a la redacción de la Sección femenina

Señora editora de la Sección Femenina:

Lejos de mi la funesta manía de criticar ya que en mi es oficio y no deleite. En mis años de infancia, tuve un maestro llamado don Senén, que era tan amante del ripio como don Víctor Quintanar (*). Guardaba
especial afecto por los clásicos, por Rubén Darío y por otros poetas más vanguardistas como Pemán. En particular recuerdo una vibrante redondilla en la que San Francisco Javier sermoneaba a un crápula libidinoso por sus loas a los efímeros instantes del gozo carnal.
Su "Sección Femenina" debería inscribir en un marmóreo frontón, si lo
tuviese, tan ardorosa defensa del bello sexo:

"Al quererte defender,
tu mismo orgullo te acusa,
ladrón es todo el que abusa
del honor de una mujer
."

No recuerdo el párrafo del crápula, pero daba pie a la rima consonante
en "-er", porque terminaba en "¿no es verdad, Padre Javier?".

Lástima que Sor Eufrosina, seguramente por evitar a sus almas de infantil candidez los detalles de los versos predecentes, no grabase a fuego en sus mentes tan aleccionadora muestra de viril y gallarda santidad.

Recuerdo otro pasmoso duelo dialéctico en el que un brahmán confesaba sus heréticas y paganas creencias:

"Yo adoro al Sol del Perú"

a lo que el siempre chisposo Javier replicaba:

"Pues yo a la esencia increada
que hizo brotar de la nada
a ese Sol que adoras tú
".

¿Qué tiene esto que ver con la redondilla previa?. Pues nada de nada, salvo su inquebrantable compromiso con el octosílabo, pero no dejo pasar la ocasión de recordarla porque sigo sin entender como narices un brahmán del siglo XVI podía hablar una castellano tan afectado y saber algo de las creencias incaicas.

Atentamente,

Erwin Foskyto

(*) Lea "La Regenta" quien desconozca esta historia.