Coal sack

Ella solía ir sola a ese bar. Le gustaba sentarse en la mesa que había bajo el sauce para escuchar el viento y mirar las estrellas mientras se tomaba una copa.

Pero esa noche compartía la mesa con alguien. Alguien que le hablaba de otras tierras y otros aires.

Y fue entonces cuando ella, al apurar el licor de su vaso, vio la disposición de las estrellas por primera vez. Primero vio el toro dibujado hacia el este, como recortado por un brillo diferente, sobre una arena toda negra salvo por un río con sombra de gris o de vía láctea. Aldebarán –supo que ése era su nombre-, gorda y brillante, iluminaba la colocación de las demás estrellas sobre la testuz del animal, y esa misma claridad alcanzaba hasta los dos puntitos de los cuernos.

Ella quiso decirle a él lo que estaba pasando. Bajó la vista hacia sus ojos al tiempo que el cisne se recortaba sobre la zona más sombría de la vía láctea . Quiso decirle que parecía que aquel cisne volara sobre una nube de ceniza oscura que a su vez flotara sobre un río turbio de lodo de estrellas.

Pero para entonces en los ojos de él había lágrimas. Ella dudó si concentrarse en el brillo de esas lágrimas o en la estela del cisne que se apagaba.

Mientras se besaban, ella abrió los ojos y vio un millón de estrellas tan caóticas como siempre. Sobresaltada interrumpió el beso y buscó en el cielo el toro y el cisne y el río y la nube.

Pero tan solo quedaba un enjambre de puntos de luz sobre un cielo limpio y plano, como el negativo de una sábana estirada que hubieran llenado de agujeritos. Sin profundidad, ni toros ni cisnes. La belleza y el desorden de cada noche. Y quiso llorar y no pudo.

Despertó sobresaltada a las cuatro de la mañana y enfrentó el mal rollo con aquello de “menos mal que TODO ha sido un sueño”, mientras se levantaba a cerrar bien el balcón.

Y fue allí como le volvió el dolor del sueño, frente a la noche clara de otoño, con una luna en creciente que daba frío solo verla.

De modo que encendió un cigarro, se envolvió en una manta y se sentó a contemplar su insomnio frente a las estrellas mientras pensaba “que putada que SOLO haya sido un sueño”.

S.M

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