El enigma en la pared

Mujer curiosa donde las haya, me gusta enterarme de todo. Cuando paseo por la calle no puedo evitar ir leyendo todos los carteles que encuentro, los graffitis y las pintadas de las paredes. De todas las señales escritas, las más interesantes son las pintadas, algunas de ellas divertidísimas, como la de un colegio del Opus Dei próximo a mi casa en la que pone: "Sacamos el facha que hay en ti", frase basada, mejorada y mucho más veraz que el reclamo publicitario "Sacamos el talento que hay en ti".

Pero de todas las pintadas que han visto mis ojos a lo largo de mi vida, la más inquietante es la que leí paseando por el pueblo donde veraneo, una pequeña localidad pesquera, que decía "Sevos bibo" y no acerté a descifrarla. Involucré a toda mi familia en la búsqueda de la interpretación, les indiqué que estaba escrita en la pared de una casa colindante al puerto pesquero. No sabía si reivindicaba algo, si era un reclamo publicitario o era un localismo que desconocía. Ninguno fue capaz de interpretar su significado, ni mi hija la erudita. Finalicé mis vacaciones y me fui con la espinita del enigma de la pared.

Al año siguiente, cuando ya había olvidado la pintada, me di de bruces con ella al dar de nuevo un paseo por el puerto. Allí estaba, inalterable en el tiempo; el dueño de la casa no parecía ajeno a la frase. Volví a transmitir a la familia el enigma que habíamos dejado sin resolver el año anterior, pero no encontré eco en mi propuesta.

Un día, dando un paseo en bicicleta, en la barriada de Canela leí un cartel que me abrió los ojos y experimenté la misma satisfacción que Jean-François Champollion cuando descubrió la forma de descifrar la Piedra Roseta. El cartel decía "cebos vivos" y se me hizo la luz. ¡Mi enigma era una indicación para que los pescadores adquiriesen cebos vivos para la pesca!. Algo desilusionada al descubrir el significado mercantil de la frase en vez de una reivindicación sobre "Sevos", pero aliviada por conocer al fin su significado, les conté a mis allegados mi descubrimiento y los dejé con la boca abierta.

Es impresionante que el reclamo publicitario surtiera algún efecto, es increíble que en un año ningún vecino de la localidad advirtiese al vendedor de cebos que no había dado ni una en el clavo en lo referente a la ortografía(1).

La frase desapareció cuando pintaron la fachada borrando todo el rastro de los sevos bibo.


Lula

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(1) Si no tenía más faltas es porque no tenía más letras la frase