El timo de la estampita

Continuando con el estudio histórico de los negocios con éxito sobre nichos de mercado en principio muy poco atractivos, he encontrado otro chollo que también esta siendo ya explotado con enorme éxito. Hubo una vez un truhán que se dedicaba a camelar incautos con el timo de la estampita, como el negocio le iba bien, comenzó a subcontratar a otros timadores, e inventó el concepto de apalancamiento.

El negocio le iba muy bien. Pero tenía problemas en las ferias de ganado y en las grandes fiestas porque no daba abasto, descubrió entonces que podía subcontratar para estos eventos a timadores en paro (de ahí el nombre de eventual) e inventó las empresas de trabajo temporal. Enormes cantidades de dinero entraban en sus arcas, pero como era ambicioso, quería todavía más.

Empezó a expandirse por otras ciudades, pero tenía mucho trabajo- es muy difícil controlar a los ladrones para que no te roben- descubrió entonces que era mejor cobrar dinero por explicar el método para que se utilizara en otros dominios, evitando así la competencia, e inventó la franquicia.

Para entonces era ya un hombre muy rico, pero tenía problemas con la justicia, además los demás ricos con los que intentaba juntarse no le aceptaban porque no veían claros sus negocios. Pensó entonces que tenía que darle un aspecto de honorabilidad al tinglado que había montado. Dado que el timo de la estampita no es más que una forma de aprovechar la codicia humana, y que en el fondo las víctimas no son tales: "el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón"; bastaba con convencer a los codiciosos de que podían ganar mucho dinero aún después de haber sido timados, de esta manera se ahorraba que le denunciaran a la justicia.

Para conseguir su objetivo cambió los nombres de los partícipes y el del propio timo, según la siguiente terminología: Cambio timo de la estampita por bolsa, estampita por acción, al tonto le llamo empresario, al gancho analista y al timado inversor. El éxito fue total, fue incluso nombrado empresario del año. Los incautos no se sentían estafados porque tenían derecho a vender sus estampitas a otros, el tonto ya no tenía que poner cara de tonto e incluso se podía permitir miradas inteligentes, el gancho era considerado un gurú de las finanzas, ¡Y para colmo se ahorraba tener que poner ningún billete bueno encima del montón!.

El forense

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