Geminis: los argentinos y sus dos personalidades

Si han tenido trato con argentinos en su país, ya sea turistas o residentes, no crean que han conocido argentinos auténticos, no, no, no... se han equivocado. Sólo han conocido al "argentino for export" o el argentino de extrafronteras.

Paso a explicarles, los argentinos nos dividimos en dos grandes especies:
a) los del interior del país
b) los de capital federal llamados "porteños".
Como somos un país macrocéfalo, donde todo pasa por la ciudad de Buenos Aires, para los habitantes de esta ciudad el resto del país es "el interior", integrado por provincias.

Los porteños, entre los que me incluyo, son llamados así porque Buenos Aires es una ciudad con puerto sobre el Río de la Plata, con salida al Océano Atlántico. El porteño tiene dos personalidades perfectamente delineadas.

Dentro del país somos protestones, disconformes, discrepantes, opositores irreconciliables con nuestras raíces. Vivimos comparándonos con la otra parte del mundo, especialmente con la vieja Europa, admirando el modernismo de los americanos del norte y el "charme" de los franceses, nos cautiva la gracia de los españoles, envidiamos la tenacidad alemana, etc., etc.

Siempre estamos partiendo (y eso no es sólo ahora que estamos metidos hasta el gorro en un caos político-económico que todos conocen). Alrededor de toda mesa de café, no hay porteño que se precie que no tenga un plan para irse a vivir a otro país, aunque la posibilidad de concretar el viaje esté más lejos que el planeta Marte. Nos sobran los motivos para justificar el éxodo: "que este país es una m...." ; "que aquí no se puede vivir más"; "que el clima es insoportable, calor en verano y frío en invierno" (a los argentinos nos gustaría invertir las estaciones, ténganlo por seguro); "que el gobierno y los políticos son unos ....." (cualquiera sea el partido gobernante, ojo con esto), y así tenemos una enciclopedia de críticas ordenadas alfabéticamente, para protestar contra el país y anunciar el deseo de emigrar que tenemos permanentemente.

Somos serios, casi tristes. Negativos y fatalistas. Acomplejados, pendientes del "que dirán" y hasta algo tímidos para hacer cosas en público, pero no por eso menos soberbios. Selectivos en la elección de los trabajos. Hay tareas que no hacemos por más que estemos en grandes apuros económicos, siempre trataremos de buscar lo que nos gusta hasta último momento.

Pero cuando cruzamos la frontera.... Ay, ay, ay!!! Allí aparece el "argentino for export". En otro país somos divertidos, ingeniosos, conformistas y positivos. Se nos "pega" el modo de hablar del país en el que estamos a los pocos días de llegar. Si estamos en lugares que se habla español, rápidamente adoptamos el "tu" y todo lo que le sigue. Aceptamos trabajos que no haríamos en Argentina ni borrachos. Nos volvemos nostalgiosos hasta las lágrimas, con otra lista de justificativos para la tristeza: "que no hay ciudad como Buenos Aires"; "que la carne argentina es única en el mudo"; "que no podemos estar sin el mate y el dulce de leche"; "que daríamos la vida por escuchar tangos", y así, en rueda con los nuevos amigos que hemos hecho, hacemos los planes para volver a "mi Buenos Aires querido" en cuanto podamos.

Somos, según decimos aquí, como la gata de Doña Flora, que si la tocan grita y si no la tocan llora. Sé que lo dicho le caerá pesado a muchos compatriotas que puedan leerlo, pero como soy porteña, me gusta protestar che!!.

Lica
2007

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Ilustrado por Sonia

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