Hasta las orejas!!!

Imagen de Mila Hajjar (I'm in love)

Hoy no me puedo poner ni sarcástica ni ácida ni irónica para contaros nada, porque desde hace un mes o así no sé a dónde se ha ido esa parte de mí, y sobre todo desde hace cuatro semanas, que fue cuando me reencontré con Alberto.

Yo, la verdad, creía que le quería, que le adoraba, que mi vida fue un desastre por no estar a su lado, creía que le había puesto yo misma en un pedestal y muchas veces tuve pánico a ir, conocerle y darme cuenta de que había vivido una ilusión durante media vida. Tenía pavor a despertarme de un sueño de adolescente que yo misma había creado y que yo misma pensaba que no podía ser real.

Pero llegué a Ciudad de México la tarde de un sábado y me encontré con un hombre que ha visto y sacado lo mejor de mí desde el primer momento en que nos volvimos a mirar a los ojos en el aeropuerto, medio segundo antes de que me envolviera en su metro noventa y pico de estatura abrazándome como nunca antes nadie lo ha hecho en toda mi vida más que él; desde ese mismo instante ha habido entre nosotros una MAGIA tan impresionante, increíble, fácil, hermosa, fluida, natural, que dos semanas después de haberme despedido de él, hasta dentro de un par de meses, aún no puedo hablar de él ni con él sin emocionarme y sin que se me llenen los ojos de lágrimas, porque sí, es evidente, me he enamorado de él de nuevo, y esta vez hasta las orejas.

Me he enamorado de su sonrisa de labios perfectos y dientes perfectos, de sus ojos llenos de luz, de sus manos preciosas y cuidadas de cirujano, de su olor a limpio y a tabaco y a café, de sus carcajadas cuando se burla de mis españoladas, de su ironía y su sarcasmo cuando hablamos del pasado, de sus bromas de niño grande, de sus chistes absurdos de médico, de sus ronquidos de oso grizzly , de su jodida manía de escuchar Pink Floyd a las 11 de la noche a todo volumen, de su costumbre de afeitarse en la ducha durante dos horas cada mañana y dejarlo todo hecho un asco de espuma y jabón, de la tranquilidad con la que se toma las cosas, de las prisas con las que come, de su horrible horrible modo de beberse una lata de refresco de un trago con lo que eso conlleva, de fumarse un cigarrillo casi sin quitárselo de la boca, de sus canciones de los Beatles , de su hábito de tocar la guitarra en las madrugadas, de sus palabras coherentes con sus actos y sus pensamientos, del sonido de su voz grave y dulce a la vez.

Me ha enamorado su manera de mirarme como se mira a una diosa, de tratarme como si yo fuera una princesa, de hablarme como a una reina, de leerme como si yo fuera un Premio Cervantes , de escucharme como si yo diera la conferencia del siglo, de besarme como si nos fuéramos a morir justo después, de abrazarme envolviéndome con todo su cuerpo, de preguntarme como si yo lo supiera todo, de explicarme como si no supiera nada, de llevarme de la mano o cargándome sobre un hombro como si yo fuera una pluma. Me ha enamorado todo y me he enamorado toda.

Y él se ha enamorado de mis pijamas de pantalón gigante, de mis trenzas para dormir, de mi empeño en hacer un café espantoso que jamás le gustó y jamás le gustará, de mi costumbre de limpiarme los dientes compulsivamente con un cepillo eléctrico (el colmo de la vagancia, según él), de mis chistes tontos, de los macabros, de mis cartas, de mis post, de mis canciones de niña pequeña, de mi afición a los pastelitos de chocolate o a los tomates con aceite de oliva virgen, de mis lágrimas cuando él canta mi canción, la que me escribió hace dieciséis años, de mis carcajadas cuando se come el cordero al horno que me dio tanta guerra preparar y lo acompaña con tortillitas de maíz y salsa de chile jalapeño, de mi jodida manía de fotografiarlo todo y a todos, de leerlo todo y de quedarme horas mirando una vidriera en una iglesia o un portón colonial en una casona.

Y desde ese primer momento del reencuentro, esa parte de mí que es cabrona, ácida y de humor sospechoso quedó un poco apartada casi sin darme cuenta, un poco, lo justo para poder responderle y corresponderle a él en su propio humor irónico y corrosivo de forma natural, porque estamos todos de acuerdo en que una nunca debe anularse bajo ningún concepto. Pero ante un hombre así, que te desarma a base de ternura, dulzura, cariño, comunicación y comprensión. ¿cómo demonios le vas a dar una contestación de tía borde sin querer morderte la lengua primero?

Alberto me ha dado mucho en quince días, pero mucho más de lo que yo pretendía de este viaje, porque ha sido una experiencia maravillosa en muchos niveles, no solo el afectivo o el erótico festivo que muchos imaginan, porque yo casi no he abierto la boca desde que llegué y claro, la imaginación de todos vuela a velocidad supersónica. Alberto me ha ayudado tanto en estos días como nunca pensé que un hombre pudiera ayudarme, a mí?, tan autosuficiente, independiente y chica todo terreno del siglo XXI como me han enseñado a ser?, va a venir un hombre!!!! a enseñarme o ayudarme cualquier cosa?, como no sea a usar un tractor o algo así.

Pero no, porque siendo él el hombre que siempre soñé que era, siendo el que yo siempre imaginé desde niña, siendo como es y no decepcionándome en ningún momento, y mira que a veces intenté ser un poco cabroncilla y le busqué las cosquillas a ver si saltaba la libere por algún lado, pero nunca lo hizo ni por asomo, siendo así él, me ha ayudado a mí a ser la mujer que siempre quise ser y, como os decía al principio, a sacar lo mejor de mí y dejar a la cabrona que llevo dentro solo para momentos de emergencia o de primera necesidad.

Y sí, bueno, estamos los dos que nos morimos el uno por el otro y con una terrible sensación de vacío por el huecazo que nos ha quedado en el corazón al habernos despedido hace dos semanas, pero tal y como dijimos en ese momento, ni de coña van a volver a pasar diecisiete años, vamos, ni diecisiete meses. Alberto me llama cada dos días, nos dejamos recaditos en el chat TODAS las noches, nos enviamos mails cada dos o tres días, yo le llamo los findes, y todavía AYER me preguntó a quién había que amenazar para que yo esté allí de regreso el día 1 de noviembre a más tardar.

No pasa nada, vamos viendo a medida que va surgiendo, ahora lo primero es lo primero y poco a poco lo vamos a lograr, esta vez sí.

Gracias a todos los que leyeron el “culebrón” desde el principio y a los que han estado esperando “este” desenlace, supongo que era el deseado por muchos, entre ellos yo misma, a pesar de que cabían muchas otras posibilidades, pero ha sido así y ha sido para bien. Yo estoy tristona que no vean, pero es tristeza por la distancia física, no porque algo haya ido mal, porque estando con él me he sentido feliz como nunca en mi vida y sé que a él le ha pasado lo mismo, y ahora nos toca estar separados de nuevo, pero solo por un poquito, mientras se nos van encajando el resto de las cosas. Mientras tanto, yo sigo estando feliz, a pesar de la “tristura” que os decía por la separación, pero estoy feliz porque tengo el corazón rebosando de alegría, de luz, de ilusión y de magia, sobre todo, de mucha mucha magia.

Rebecuqui

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