LA POESIA...

Había una vez...
Un poeta que quería conocer la verdad. Tanto le torturaba la duda que salió por las comarcas vecinas preguntando a los hombres:
¿Por qué a una mujer ya no se le conquista con poesía?
Reyes y pastores, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, hicieron oír su respuesta, pero el ansioso poeta no se conformaba.

Un día llegó a un valle donde había un lago, azul como el cielo pero frío como el hielo.
-Aquí no tendré a quien hacerle mi pregunta- se dijo el poeta – ¿quién puede vivir en un lugar como éste y tan alejado del resto de las comarcas?

Ya se disponía a regresar por donde había llegado, cuando asomándose entre unos arbustos llenos de espinas, una anciana muy fea, doblada por el peso de los años, apoyada en un bastón hecho con palo de rosal, le dijo:
-Oye, joven -
El poeta no podía creer que se estuviera refiriendo a él, por lo que continuó su camino sin voltearse siquiera.
-A ti te hablo, poeta – repitió la anciana con una voz cascada por el frío del lugar.
Convencido de que se trataba de su persona se volvió y le prestó atención.
-Conozco sobre tu duda- le dijo la mujer– y yo tengo la respuesta a tu pregunta.

El poeta no quiso reír para no parecer descortés con la vieja dama pero pensó: ¿que podría saber un ser tan viejo, feo y perdido en una comarca en el fin del mundo, sobre cómo conquistar a una mujer?
-Sé lo que estas pensando, y no te quito la razón, pero así como tu me ves, soy una hermosa doncella que sufrió el hechizo de una bruja de este bosque, llamada la “hechicera azul”; ella me ha condenado a esta apariencia horrible de la que solamente podré salir si alguien logra enamorarme.- le dijo.
-¿Y yo qué puedo hacer por ti?- pregunto con mucha curiosidad el joven- Sólo soy un humilde poeta.
-Pero tú andas por el mundo tratando de encontrar una respuesta a tu pregunta: el porqué a una mujer ya no se le conquista con poesía, ¿no es verdad?.-
-Sí, así es- dijo el joven que ya estaba sintiendo una especie de ternura por esa mujer- siento que con las letras de mis versos no sucede como antes, que servían para entibiar el corazón de una dama, o para hacer correr una lágrima por una rosada mejilla.-
-No digas eso - negó la viejecita con una luz que brillaba en sus hundidas pupilas azules.
-Verás que es así. Los poemas ya no acompañan a las damas mientras caminan por los jardines, haciéndolas soñar con estrellas lejanas y príncipes encantados...
-Puedo ser tu conejillo y podrás demostrar al mundo que aún el amor en forma de poesía es capaz de hacer milagros.- dijo muy convencida.
Y el joven poeta aceptó el desafío.

Durante muchos días y muchas noches escribió poemas para la anciana, a los que ella respondía con brillante entusiasmo.
Y así pasaron los tiempos, y un día el poeta volvió a la comarca en busca de la viejecita y, cuánta fue su sorpresa y alegría, ya que en su lugar encontró a una doncella, luminosa como un sol y alegre como un ruiseñor.
Había logrado enamorar a la anciana con sus poemas, y de ese modo romper el maleficio de la “hechicera azul”.
-¡He ganado la apuesta! ¡He ganado la apuesta!- repetía dando brincos de alegría y levantando a la doncella en sus brazos.
Luego se despidió de la niña y se volvió a su lugar, dejándole la promesa de no olvidarla y continuar alimentando ese amor que tanto necesitaba para mantenerse alejada del encantamiento de la “hechicera azul”.
......

Y, como todas las cosas que hacen los hombres, que nunca las terminan bien, cegado por el triunfo de su teoría no escribió más versos para la niña, que en vano esperaba en la entrada del camino a que llegara el enviado de su amado llevándole el poema de cada día.
Y así, el brillo de sus pupilas azules se fue apagando, sus mejillas perdieron el color y, poco a poco, volvió a ser la anciana que el poeta había conocido.
Después de muchos años, cuando una tarde ocurrió pasar por allí aquel poeta de esta historia, buscó a la doncella, y al no encontrarla, buscó a la anciana, pero tampoco la halló, solamente encontró en la orilla de aquel lago azul, una preciosa caja con los poemas que durante tanto tiempo le enviara y una nota con letra pequeña que decía:

¿Por qué a una mujer ya no se la conquista con poesía?
Porque la poesía debe estar en cada momento de la vida, no debe ser algo que hacemos una vez llevados por la emoción del momento.
Una conquista es para siempre.
El método también tiene que ser para siempre.

....y este cuento ha terminado.

Lica
2002

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