Narciso y la barra de scroll

Ha llegado a mis manos una copia en papel de una entrevista que concedió a un "blog de blogs", que vaya usted a saber que se esconde tras semejante cacofonía, en la que afirma que un servidor "se niega en rotundo a publicar en el blog porque odia su barra de scroll".

Téngalo usted por seguro, amiga mía. La barra de "scroll" es síntoma de facundia insustancial y ociosidad dolosa, un estigma que revela el narcisismo de quien, a falta de cosas mejores que hacer, malgasta sus horas propagando disparates con la esperanza de que otros "dilettantes" los lean y hablen de ellos. El invento es motivo de continua irritación para quien se ve obligado a leer esos frívolos libelos, una culebrilla de mal agüero que huye del ratón en lugar de comérselo como manda la madre Naturaleza , ¡un insulto a la memoria de Aldo Manuzio!

No es misión de los críticos de arte dar clases de mitología, para eso ya está la wikipedia. Narciso, según la versión de Ovidio, era mozo gallardo y bien parecido, que en eso había salido a su madre Liríope, y enamoraba por igual a doncellas y donceles. La ninfa Eco, cotilla incorregible y romanticona, se quedó prendada de este playboy "avant la lettre". El pollo se burló de ella y Némesis, diosa de la venganza y viborona cruel condenó al guaperas a enamorarse de su propia imagen.

Iba Narciso caminando por la orilla del río cuando vio reflejada su figura de chulo de playa y se quedó tan prendado de sí mismo que ya no puedo moverse de allí. Pasábase las horas y los días pensando en cuan hermoso era, se olvidó de todo y al parecer acabó tirándose de cabeza con lo que pereció ahogado.

De haber vivido hoy el joven Narciso, en lugar de quedarse atontado contemplando su belleza en un espejo acuático, a buen seguro que tendría un "blog". Le imagino esperando comentarios que confirmen lo maravillosa que es su personalidad tuneada. Barra de scroll arriba, barra de scroll abajo, rastrea los mínimos indicios de que alguien ha picado el anzuelo. En verdad cree ser es el más bello del mundo, ignora a las ninfas y se deja morir, no de inanición, sino de sobredosis de patatas chip y chocolatinas.

Son numerosos los artistas que se interesaron por Narciso, porque es un tema resultón, con joven apolíneo, paisaje bucólico y reflejo en el agua, que mola mucho en pintura.

El de Caravaggio de 1597, es melancólico y muy elegante, con una composición simétrica y reposada alejada del tremendismo de otras obras de este monstruo, insuperable en la técnica del chiaroscuro.

Poussin, unos cuarenta años después, representó a Narciso, ya difunto, de cuya cabeza empiezan a brotar las flores que llevan su nombre. La historia de este sujeto no podía pasar inadvertida a esa pandilla de cursis geniales que fueron los chicos de la hermandad prerrafaelista.

John William Waterhouse nos dejó en 1903 un óleo de una exquisita decadencia, con la pánfila de Eco arrebolada y nuestro particular metrosexual que parece que hasta lleva el ratón en la mano para hacer click de un momento a otro.

En plan rollito surrealista, Dalí creó en 1937 un poema y una pintura dedicadas a este antihéroe, "La metamorfosis de Narciso", empleando el método "paranoico crítico" en sus propias palabras. Dalí podía estar un poco p'allá, pero pintaba como los ángeles, lo de la poesía ya es más discutible:

“Cuando esa cabeza se raje
cuando esa cabeza estalle
será la flor,
el nuevo Narciso,
Gala, mi narciso.”

Hay cientos de obras de arte inspiradas en la historia de este prototipo de ególatra, ninguno de sus creadores necesitó una barra se scroll para contarla. No me seáis Narcisos y dejad por un rato de mirar vuestro blog y el de vuestros amigüitos y amigüitas. Hay afuera hay Ecos mucho más interesantes con las que relacionarse que la pantalla de un ordenador.

Suyo affmo,

Erwin Foskyto