El Niñatojefe

Aunque todos sabemos que más sabe el diablo por viejo que por diablo, la burbuja de la nueva economía con su culto a la juventud ha auspiciado en el ámbito laboral el nacimiento del jefe de edad temprana al que denominaremos de ahora en adelante el niñatojefe. Cuando ya todo indica un retorno a la economía tradicional(1), no se conoce el futuro de esos yogurines ascendidos a la cúspide por mor de su juventud, cosa que no me preocupa en absoluto y no es objeto de este análisis, más bien me centraré en el estudio antropológico del niñatojefe .

Aunque siempre ha habido trepas, éstos eran una minoría, estaban marginados por sus compañeros y los jefes desconfiaban de ellos; sólo los más avispados conseguían su objetivo, por lo que el número de jefes que se instalaba en la confortable estructura por métodos poco ortodoxos era minoría. Con la nueva economía, por un lado se despertó la ambición de unos jóvenes que se veían ricos antes de los 35 y estaban dispuestos a todo lo que fuese, incluso vender a su madre, para lograr ese objetivo. Por otro lado a las empresas con expectativas de crecimiento se les reblandecieron la neuronas y se marcaban objetivos que harían reír a cualquier persona con sentido común. Como los empleados maduritos no se prestaban a tan gran dislate, se les estigmatizó con el adjetivo de reaccionarios porque no querían adaptarse al cambio(2) y se buscó cantera nueva, encontrando un filón que estaba deseoso de adquirir poder pero con el objetivo final de amasar dinero.

Se reclutaron jovenzuelos de distinto tipo, entre ellos el niñatomaster, cuya gracia era ser poseedor de un master, preferentemente en U.S.A., y no saber nada más que la teoría que enseñan las Escuelas de Negocios(3). El niñatobabas, dotado de una abrumadora capacidad de adulación con la que reblandecer la voluntad de los jefes unido a un inusitado servilismo que le lleva a encajar las broncas de sus superiores y clientes con una sonrisa (4). El niñatoguay, de impecable aspecto físico, bronceado y con un deje algo gangoso en el habla que aportaba valor a la empresa por su parentesco con círculos de poder(5). El niñatolabia, dotado con un pico de oro, que cuenta lo que sabe y lo que no pero con mucha convicción(6). El niñatolátigo, versión actualizada del tratante de esclavos, capaz de duplicar la jornada laboral de su equipo sin compensarles ni con las gracias. Finalmente está el niñatopío para hacer realidad ese dicho de a Dios rogando y con el mazo dando. Con estos mimbres se tejieron las estructuras de las empresas y los que no entraron en el juego se quedaron atrapados bajo la autoridad del niñatojefe que les tocó en suerte formando equipos de trabajo altamente inestables donde la armonía reinaba por su ausencia.

Estos jóvenes ejecutivos son como la fruta que, cuando se corta del árbol estando verde, nunca madurará por mucho tiempo que la dejes a temperatura ambiente. Como dicen en Cartaya: siempre les faltarán muchas mareas.

Lula

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(1) La Economía tradicional es tan diabólica y cruel como la nueva economía, ya que persigue el mismo objetivo del enriquecimiento de unos pocos pero cambiando de método para que esos pocos sigan ganado dinero.
(2) Incluso se les regalaba un librito americano que se titulaba ¿Quién se ha llevado mi queso?, pero los maduritos no cayeron en la ratonera del mensaje de panfleto.
(3) Según la teoría de la conspiración de un madurito reluctante al cambio -que es mucho más sabio por su capacidad intelectual que por la edad- las Escuelas de Negocios las controla la C.I.A. y la N.S.A. engañando a todos los pardillos que van a estudiar a ellas para que difundan las políticas económicas que interesan a E.E.UU.
(4) Cosa bastante frecuente porque generalmente son unos incompetentes.
(5) El más aristocrático ya no se hace, se nace.
(6) Es sobrecogedor verlos hacer una demo a los jefazos, se te caen los piños al suelo.