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Feria de otoño 2005

8-10-2005, Tercera de abono. Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Corrida mixta. Un toro afeitado de Flores Tasara, encaste Murube en la línea de Urquijo, para el rejoneador Leonardo Hernández.
Toros de Joaquín Núñez del Cubillo. Encaste: Juan Pedro Domecq y Díez
Terna Sebastián Castella: De azul marino y oro. Pinchazo sin soltar y estocada desprendida. Saludos desde el callejón. Estocada trasera perdiendo la muleta. Petición de oreja, vuelta. Mató al sexto por cogida de Perera: Pinchazo sin soltar y estocada caída y atravesada. Silencio.
Serafín Marín: Azul cielo y oro. Mató un sobrero de Martín Lorca: Estocada por tiempos. Silencio. Tres pinchazos. Aviso, se echa el toro. Silencio.
Miguel Ángel Perera: Verde y oro. Estocada hasta los gavilanes. Oreja. Nada más matar a su primero ingresó en la enfermería.
Al terminar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por el reciente fallecimiento del ganadero D. Álvaro Domecq.
Presidente D. César Gómez Rodríguez
Comentarios Valor y honradez

Eso fue lo que demostraron ayer los toreros, cada uno en su justa medida, según iremos describiendo sus actuaciones. Miguel Ángel Perera, en su primero y en único que mató, lo citó de lejos al comenzar la faena de muleta. El torero en la boca de riego, el toro junto a la tronera del siete. En cuanto el toro detectó la presencia de aquel intruso en sus dominios, se arrancó con buen tranco a plantarle pelea al torero. Fue emocionante ver una mole de 516 Kg. arrancarse de lejos y el torero aguantar impávido la llegada del animal a su jurisdicción y, sin inmutarse, recetarle tres pases cambiados que dejaron a los tendidos sin respiración. Cuando terminó la tanda, el público aplaudía a rabiar puesto en pie.
Si continúo describiendo la faena tengo que decir que a continuación pegó una serie de redondos sensacionales, pero dejó con la miel en los labios a los aficionados porque cortó la serie al tercer muletazo. El toreo moderno tiene estas cosas, hoy pocas series se ven de más de tres muletazos porque los toreros están deseando salir de la cara del toro y recibir los aplausos del respetable, y lo que les gusta a los aficionados en estos casos es que el torero hubiera alargado la serie porque la ocasión lo requería, pero para eso hay que mandar más, y no en los despachos, sino en la cara del toro. A la postre esto lo pagó Perera porque el toro a partir de este momento se rajó. Todo lo que vino después es para olvidar ya que el torero tuvo un descuido en la cara del toro toreando la natural y este se lo echó a los lomos, pero tuvo Perera las agallas suficientes para acabar con él.

Sebastián Castella es un torero que no le viene grande ninguna plaza y le vale cualquier toro, en una palabra que quiere ser torero. Su primero, un toro de gran arboladura, lo que se dice un toro en puntas de los pocos que se ven hoy, de embestida incierta, flojo y manso, lo citó desde el anillo echándose la muleta a la izquierda, pero el toro no quiso saber nada de la pelea, y al no tener recorrido por ningún pitón y sí mucho peligro por el izquierdo, el torero demostró tener un valor incuestionable al pisar terrenos muy peligrosos.
El cuarto dio la impresión de tener las astas manipuladas, y así lo manifestó. En los primeros lances con el capote arrolló al torero, y a punto estuvo de costarle un gran disgusto; gracias a que el toro no acertó a poner sus defensas donde le indicaban sus intenciones con lo cual el torero quedó con la taleguilla destrozada. Las embestidas del astado se quedaban muy cortas, pero el torero haciendo un alarde de valor intentó sacar agua de donde no había.
El sexto, otro inválido, llegó a la muleta porque así está establecido, pero el torero nada pudo hacer.

Al segundo de la tarde, el Presidente, jugándose el tipo y su credibilidad, decidió cambiarlo y salió un sobrero de Martín Lorca, que debía haber seguido el mismo camino que el anterior. A algunos aficionados les dio por pedir toros. Qué incautos, como se ve que no ven corridas en otras plazas de nuestra geografía para que puedan comprobar el ganado que se lidia. Esta plaza es una privilegiada, todavía algún toro no se cae y lo más importante, sale en puntas. Muchos espectadores de otros cosos pensarán que el toro que no se cae y que tiene sus defensas íntegras están manipulados.
El caso es que Marín lo lanceó a la verónica echando la pata pa’lante y terminando con un remate muy bonito y torero. Al tercer muletazo el toro rodó por la arena y lo tuvieron que levantar los enfermeros, perdón, los peones, y ante esta situación el torero decidió despenarlo.
Su segundo, quinto de la tarde, metía bien la cabeza por ambos pitones pero tenía muy poco recorrido. Llegó el animal a la muleta gazapón y sin humillar y el torero estuvo conservador y no se puso nunca en su sitio.
De los toreros de plata destacar los dos pares de banderillas de Briceño al tercero de la tarde por lo que tuvo que desmonterarse. ¡Ole Briceño!

Pepeillo

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