Lo bonito de una corrida es que esté bien presentada y que sea pareja y eso no se dio ayer en los toros que trajo Victorino. Su comportamiento, en cambio, fue variado como es normal en esta casa, lo que pasó es que fue de más a menos y a partir del ecuador de la corrida, por unas circunstancias u otras, fue a menos y el público terminó pidiendo la hora.

Los toreros en sus tres primeros toros compartieron los palos y llegaron a cansar al respetable con tanta parafernalia. Hay que recordarles lo siguiente: los pares de banderillas se valoran cuando se coloca el torero delante del toro en corto, cita dándole todas las ventajas, y cuando éste se arranca, se le gana la cara, se sacan los brazos de abajo a arriba y se clava arriba, reunidos los palitroques y como colofón final se sale andando de la cara del toro. Pues nada de eso hicieron.

Con el caballo cumplieron, destacando el tercero y el quinto, quienes no cumplieron fueron los picadores y los matadores. Los primeros siguen fallando escandalosamente, y eso que toman la vara de largo cuando citan y muchos de los toros casi se los ponían debajo del caballo. Con todo y con eso, picaban trasero y les tapaban la salida. ¡De pena! Y en lo que respecta a los matadores, excepto el tercero, que puso al toro de largo, ninguno de ellos colocó en suerte al toro donde mandan los cánones.

De los toreros, tendré que decir algo, no debo ser muy crítico con ellos porque me gusta respetar a los matadores que se apuntan a estas corridas, pero me produjo un gran disgusto ver los toros que se fueron sin torear por falta de recursos de los matadores, sobre todo porque perdieron la oportunidad de llamar con sus faenas a las puertas del cielo, otra cosa es que les hagan caso. Ayer hubo toros que metieron la cabeza con mucha clase, y fueron desaprovechados uno tras otro.
Encabo dio en su primero unas verónicas de ensueño de manos bajas y El Fundi, una media de lujo a ese mismo toro.

Pepeillo

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