Ayer pudimos comprobar que el Usía no acertó en sus decisiones de mantener en el ruedo a toros que debían haber tomado el camino de los corrales debido a su debilidad, creando con ello un clima de crispación en los tendidos y cuya única arma de defensa de los aficionados era la protesta ante el atropello que se estaba produciendo a sus derechos. Claro exponente fue el primer toro del festejo, que cada vez que se movía por el albero daba con su cuerpo en tierra. Ante estas circunstancias ¿qué pintaba el representante de la autoridad en la plaza? ¿no hubiera sido mejor que se hubiera sentado directamente el empresario? ¿Qué hacía el asesor taurino al lado del Presidente?. Desde luego defender los derechos del público asistente haciendo cumplir el reglamento, no.

Comentaban algunos aficionados que cada vez que asesora al presidente de la corrida el Sr. José Cabezas Porras, conocido en el mundo taurino por " Joselito Calderón", es prácticamente imposible que se devuelva un toro, por muy evidente que sea la invalidez de éste para la misión que ha sido criado. Supongo que tendrán datos para afirmar esta teoría.

Ya sé que es mucho pedir, viendo los tiempos que corren, exigir a la autoridad competente que se cumpla el reglamento taurino, que para eso existe, y si no es así, que lo modifiquen, para cuando un espectador vaya a la plaza no se sienta engañado por la actuación fraudulenta de unos cuantos desaprensivos sin escrúpulos que hacen del reglamento taurino un coto privado, haciendo que salga por chiqueros un sucedáneo de lo que fue un toro de lidia.

Ciñéndonos a lo estrictamente taurino, poco que contar. En lugar del sexto toro de la ganadería titular, que el representante de la autoridad se dignó devolver a los corrales, salió un sobrero de la ganadería de Torres Gallego, con fuerza y casta, que dio un buen juego en varas, pero que el torero de turno, llamado Luis Bolívar, se dejo ir sin torear, realizando una faena insustancial y ventajista. Si no tuvo bastante con lo dicho, mató de un bajonazo infame, que sólo por eso debió taparse en el burladero. Pues, no sólo no lo hizo, sino que se puso a dar la vuelta al ruedo a los mínimos aplausos que recibió del respetable. Curro Díaz no tuvo suerte en su lote y no pudo refrendar las buenas maneras demostradas el pasado Julio ante la afición venteña, esfumándose las esperanzas de los aficionados de ver torear a un torero de corte clásico. Iván García, por su parte, estuvo desacertado con los palitroques en su primero y con la franela vio limitadas sus posibilidades de triunfo ante un manso que embestía con la cara alta. En su segundo, ante un descastado y flojo enemigo nada tuvo que hacer.

Pepeillo

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