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Feria de otoño 2006

8-10-2006 Corrida de toros. Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Toros de Adolfo Martín . Encaste: Albaserrada .
Terna

El Fundi : De azul y oro con remates negros. Pinchazo. Aviso, estocada desprendida y un poco trasera. Aplausos. El toro aplaudido en el arrastre. Estocada desprendida. Tímidos aplausos.
Encabo: De azul y oro. Estocada caída y tendida saliéndose de la suerte y dos descabellos. Silencio. Tres pinchazos, el primero en las costillas y estocada. Indiferencia.
López Chaves: Azul y oro . Pinchazo y estocada trasera. Saludos . Tres pinchazos y un descabello. Aplausos. El toro aplaudido en el arrastre.

Presidente

Preside la corrida D. César Gómez Rodríguez. Asesor taurino: José Cabezas Porras, “Joselito CalderÓn”

Comentarios Faltó un buen remiendo

Se comentaba por los mentideros taurinos, antes y después de comenzar la corrida, que si había una confabulación contra el ganadero, que sus toros no habían sido tratados adecuadamente en los corrales de la plaza, y una de las consecuencias de este hecho, si es que fue cierto, es que un toro se estropeó un pitón y el ganadero trajo cinco toros para sustituirlo y ninguno sirvió. Hay que tener en cuenta que el tipo encaste Saltillo-Albaserrada es un toro de poca caja y claro, en Madrid los taurinos llevan mucho tiempo vendiendo el producto que en esta plaza el toro que se exige es el elefante, achacando a este hecho la caída de los toros. Diré con relación a este tema que el primer toro pesaba 494 Kg, pero el trapío era impresionante, con el único pero de ser un poco blando pero con mucha fijeza, y la casta le sirvió para mantenerse en pie y traer en jaque a un torero experimentado como El Fundi que no pudo con él, consiguiéndole sacar solamente algún derechazo suelto, no adelantando la muleta y con el agravante de no rematar los pases.

El remiendo que salió por chiqueros en cuarto lugar fue un toro de Carmen Segovia , de encaste Domecq para más datos, y de pelaje “colorao” y claro en esta tarde, torista por excelencia, ese detalle llamó mucho la atención a los aficionados. Se podía haber buscado un remiendo por lo menos del mismo encaste. Este toro le tocó en suerte a El Fundi que no se acopló a su enemigo toreando en redondos, aunque, eso sí, cuando citaba lo hacía con la muleta "planchá", detalle que llamó la atención debido a las ventajas que utilizan hoy casi todas las figuras. Por el pitón izquierdo el toro embestía con la cara alta y el torero tampoco tenía los recursos necesarios para corregirle este defecto.

El sexto se fue sin torear, decía un aficionado de libre pensamiento. El caso es que por culpa de los avatares no se vio al toro en el caballo, ya que los toreros de a pie no encontraron la manera de ponerlo en suerte, y muchos aficionados se sintieron defraudados con este hecho. Lo que no pudieron evitar es que al entrar el toro al piquero éste le tapara la salida y se despachara a gusto en el castigo. Lo que posiblemente no contaba López Chaves es que el toro iba a tener una embestida de lujo por ambos pitones y que sería uno de los pocos toros que no pidieron el carnet de identidad a los toreros. Pero éste no se percató de este detalle hasta el final de la faena, en que consiguió una serie de dos naturales de bella ejecución, pero fue corto el bagaje para el enemigo que tenía enfrente. Bueno, otra vez será torero. Con su primer enemigo, un toro de comportamiento en la línea de la casa, necesitaba una lidia muy distinta a la que le dio. Tenía que haberle adelantado la muleta y llevarlo muy toreado y no quitársela de la cara, y eso fue precisamente lo que no hizo, por este motivo el toro aprendió la lección a pasos agigantados complicando su labor. Lo que no se le pudo negar fue su entrega.

El primero de Encabo fue un toro de distinta catadura, que le costó a los de a pie fijar su embestida. En el caballo empujó con clase en la primera vara, y el piquero aprovechó la ocasión para darle "pal pelo" por si no volvía. En la segunda vara también le dio caña con saña, y el matador no hizo ningún gesto de inconformidad con lo que estaba ocurriendo. Con la muleta se vio a un Encabo desdibujado más propio de un bailarín de salón, totalmente a merced del toro, que de un torero tratando de fijar las embestidas de su enemigo con las zapatillas clavadas en la arena y utilizando la muleta para mandar. En su segundo, ante un enemigo que fue muy mal picado y escarbó más de lo que deseaban los aficionados, estuvo igualmente sin sitio, saliendo de la cara del toro despavorido como si aquella pelea del hombre con la fiera no fuera con él. Dio la impresión de estar ausente toda la tarde.

Pepeillo

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