El pañuelo del Popular

Después de la polémica sobre el pañuelo islámico, viendo que la legislación no prohíbe su uso para la asistencia a clase y dando prioridad a la educación sobre todas las cosas, las aguas han vuelto a su cauce. Gracias a Dios no estamos en el reinado de Felipe III y su valido el Duque de Lerma, en el que España no iba bien. El Rey se dedicaba a la caza y a las actividades lúdicas y el valido por medio de la corrupción se hacía un capitalito ( ¡sí llega a pillar Antonio Camacho esa época ...!). Para gobernar, las pragmáticas sanciones entraban a regular cosas tan personales como el adorno y la vestimenta o resolvían el problema de la emigración de forma expedita por medio de la expulsión de los moriscos. Como en aquella época se pagaba un poco cara la disidencia, los escritores ponían toda su agudeza y arte de ingenio en justificar las decisiones del monarca. Tal es el caso de Pedro Aznar Cardona (1), no sé si ascendiente de nuestro actual presidente, pero claramente envidioso de la capacidad sexual de los moriscos.

El pañuelo no debe ser ni islámico ni cristiano, es un trozo de tela polivalente que en algunos casos cubre la cabeza, en otros se usa como complemento en el vestir, siempre nos servirá para enjugar el llanto y en última instancia evita mancillarse los dedos de la mano con las viscosidades propias del catarro invernal o de la alergia pertinaz.

Entre las muchas formas de usar el pañuelo como adorno, existe la modalidad del pañuelo popular ¿En qué consiste? Ahí va la receta:

Ingredientes:

Pañuelo de Hermès o en su defecto de Loewe -no es posible bajar un escalón más en el glamour-. Los colores deben ser vivos y es requisito imprescindible que tenga cenefa.

Modo de uso:

Doblar cuidadosamente el pañuelo por uno de sus lados, en simétricos dobleces, situar la mitad del pañuelo doblado en la nuca, dejando que caigan los extremos hacia la parte delantera superior de nuestra anatomía femenina, cubriendo con decoro cada una de las sinuosidades que Dios nos dio o que el cirujano plástico nos implantó.

Semántica:

El pañuelo popular denota un poder adquisitivo, una ideología mujer-mujer con visa de marido-marido, una religión de misa de una con aperitivo-pasteles y un recato en el vestir.

Todavía no ha sido portada de un diario que a una mujer adornada con su pañuelo popular se le haya negado la entrada en un aula; es más, en los colegios religiosos se la rifarían. Hay que estar atentos, que aunque España va bien, nos encontramos en una clara situación de injusticia donde no se mide a todos con el mismo rasero, donde adquiere una importancia social el estilo de colocarse el pañuelo.

Hay que evitar repetir los errores de la historia y volver a los tiempos de Felipe III en donde se regulaba algo tan personal como el vestir.

A Dios pongo por testigo que nunca me pondré un pañuelo popular

Lula

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(1) Pedro Aznar Cardona, en Expulsión iustificada de los moriscos españoles, y suma de las excellencias Christianas de nuestro Rey Don Felipe el Catholico Tercero deste nombre (1612): "Su intento era crecer y multiplicarse en número como las malas yerbas, y verdaderamente que se auían dado tan buena maña en España que ya no cabían en sus barrios ni lugares, antes ocupaban lo restante y lo cantaminavan todo...Y multiplicáuanse en estremo, porque ninguno dexaua de contraer matrimonio, y porque ninguno seguía el estado anexo a esterilidad de generación carnal, poniéndose Frayle, ni Clérigo, ni Monja, ni auía continente alguno entre ellos hombre ni mujer, señal clara de su aborrecimiento con la vida honesta y casta"