Siempre ha existido en el mundo taurino el
torero que ha mandado; mandó Joselito,
Belmonte, Antonio Ordóñez,
y en esta época actual, Ponce,
El Juli, etc. Los hechos que se conocen de estos
toreros, cada uno en su etapa de “mandamases”,
va cambiando como la vida misma. Se conoce de Joselito, que
en una ocasión se celebró una corrida de toros
en la antigua plaza de la Fuente del Berro,
situada donde hoy se encuentra el Palacio de los deportes,
aunque demolido, y triunfó un torero, de cuyo nombre
no me acuerdo, y la prensa escrita de aquella época
lo definió como la nueva figura el toreo. Bueno, pues
al conocer la noticia Joselito, se dirigió
a la empresa de Madrid y les propuso un “mano
a mano” entre él y la nueva figura del toreo,
con ganado a elegir por la empresa. De esta forma se dilucidaría
quién era el nuevo rey del toreo.
De Antonio Ordóñez, se cuenta que hubo un torero
que “le mojó la oreja una vez en Madrid”
y su premio fue que desapareció del mundo taurino.
Así se las gastaba el torero de Ronda.
De los toreros actuales, el asunto ha cambiado en algunos
matices. Hoy cuando se monta una feria, la figura de turno
elige el ganado y la terna que le acompaña para que
no haya sorpresas. Por eso no era difícil ver al Litri,
hijo, encabezando muchos de los carteles donde toreaba Enrique
Ponce. El Cordobés, en los años sesenta,
utilizaba mucho a Pedrés.
Ayer en Las Ventas del Espíritu Santo,
Manuel Caballero abría el cartel y
este torero lleva mucho tiempo que ni va “pa’lante”
ni “pa’tras”, es decir, es un torero
insípido que lleva recogiendo los frutos de sus éxitos
iniciales desde que lo apodera la casa Lozano,
y ayer no iba a ser una excepción, es decir, no presentó
pelea a sus compañeros de cartel. Se le vio desconfiado,
y aunque el toro tenía una embestida bronca, ni lo
intentó.
El segundo de sus toros no valía un duro, feo de hechuras
y lleno de casta y bravura, pero al revés. El toro
estuvo recorriendo la plaza un buen rato sin fijeza, pero
siempre se paraba en terrenos de nadie. A algunos ganaderos
les vale todo, supongo que su mayoral tomaría nota
de ello.
En la primera vara el toro recibió un picotazo, un
mulo sería más bravo. En el segundo puyazo se
empujó con más fuerza al caballo. Con las banderillas,
en el cuarto cumplieron Manolo González
y Alcantud. A Yesteras en
el primero se le vio sin sitio con los palos.
El Juli estuvo sin raza, que
era su arma más valiosa, y claro, al fallarle, esto
parecía un pegapases más, reiterativo y aburriendo
a la parroquia.
El primero de su lote, un inválido que se picó
con dos picotazos, impidió ver a Carretero en el tercio
de banderillas.
Con la muleta estuvo toda la faena al hilo del pitón,
bueno eso ha sido lo que ha hecho siempre, porque en Madrid,
torear, torear, sólo se le han visto dar cinco naturales
y eso que es una figura del toreo.
En el sexto, otra de lo mismo, la grada del siete le dedicó
un petardo para recordarle que estaba en Madrid. El toro manseó
con el caballo y durante la faena de muleta perdió
las manos dos veces. Era emocionante ver a un torero darle
pases a un toro inválido, esto justifica el petardo.
Y dejo para lo último a Miguel
Abellán aunque vino de segundo, pero me daba
no sé qué mezclarlo entre los otros dos. Vino
a Madrid en novillero, y eso siempre es de agradecer, haciendo
quites o por lo menos intentándolo.
A su primer toro le tienen que recetar muchos capotazos para
poderlo fijar, debido a su “bravura de manso”,
y fue muy mal picado. En la primera vara el picador es un
manojo de fallos y en la segunda lo pica en la paletilla para
no desentonar con la primera. Otra de las preguntas que siempre
me hago cuando veo una actuación de este tipo es la
siguiente: ¿qué pensará el torero cuando
ve a su picador hacer lo que hizo ayer y que su porvenir dependa
de la faena que le haga a ese toro? No doy su nombre por dos
motivos, porque desde mi posición en la plaza no pude
identificarlo debido a la altura, y por agravio comparativo,
porque si no he dado el nombre de otros que estuvieron a su
misma altura, sería de mal estilo dar el de éste.
En la faena de muleta cita desde los medios y el toro va con
tranco al embroque, pero pronto se queda sin gas. A la siguiente
serie le engancha al tercer pase y le da un revolcón
sin consecuencias, está muy valiente pero a veces eso
no basta. En la enésima serie le atropella de nuevo
por su culpa rompiéndole la taleguilla. Soy de los
que piensan que siempre que se produce una cogida la culpa
la tiene el torero.
Mata de un pinchazo hondo, tendido, desprendido y trasero.
Vuelta por su cuenta.
El quinto de la tarde, cinqueño, como casi toda la
corrida, feo de hechuras, y bien “armao”,
mansea de salida, no queriendo saber nada de los capotes.
En la primera vara el toro sigue en su línea de manso,
y en la segunda le da sólo un picotazo. A este toro
tenía que haberlo picado más, pero el picador
se dejó la vara de medir en el hotel, y se quedó
prácticamente sin picar, hecho que el toro acusó
después.
Otro detalle de la mansedumbre del toro: al intentar colocarlo
Romerito para la suerte de banderillas, el
toro se marchó a toriles.
En la suerte de banderillas hay que destacar un buen par de
Saugar.
La faena de muleta la comenzó en terrenos del seis,
dando unas manoletinas y un cambio de manos con mucha gracia
torera. Da unas series de naturales donde se ve la disposición
del torero a no dejarse ir la oportunidad del triunfo, aunque
tenía en su contra la mansedumbre del toro, que a la
primera oportunidad se le iba a ir suelto, pero el torero
estuvo muy atento. Como cierre de faena dio una serie de naturales
en terrenos del siete citando de frente, muy buenos, en los
cuales hay que destacar que cuando el toro intentaba marcharse,
él lo sujetó con unos molinetes muy toreros.
Lástima que no matara a la primera, ya que tenía
abierta la puerta grande, pero la providencia le negó
la suerte de matar y tuvo que dar dos pinchazos, uno en los
bajos, una media y dos descabellos, para acabar con el toro.
Da la vuelta al ruedo merecidamente.
Desde la barrera del 1 contempló la corrida el Rey
acompañado de su hija Elena y el Conde
de Marichalar. Los 3 toreros brindaron a su Majestad
la lidia de sus tres primeros toros.
Pepeillo
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