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San Isidro 2004

24ª de feria. Corrida de toros
Toros Hdos. Celestino Cuadri. Encaste: Santa Coloma.
Terna José Pacheco “El Califa”. De blanco y oro. Dos pinchazos tendidos, descabello. Media atravesada y cinco descabellos.
Dávila Miura. De verde y oro. Bajonazo trasero. Aviso. Dos pinchazos. Silencio.
Curro Díaz. Azul y oro. Media baja, vuelta con petición. Bajonazo y descabello.
Comentarios Un toro de faena grande

 

El arte no se construye en serie, se crea, y para eso tienen que darse las circunstancias, porque un pintor con la inspiración por las nubes, si no tiene pinceles no podrá plasmarla sobre un lienzo.
Ayer flotaba sobre el albero de Las Ventas del Espíritu Santo el arte, y un torero supo captarlo y conjugar con los elementos que disponía la sintonía que llevaba en su mente. Había orquesta y también coro, solo faltaba su inspiración para conjugar ambas cosas. ¿Y qué pasó?. Pues que cada uno dejó volar su imaginación sobre lo que estaba viendo. Yo vi un pase de pecho eterno, cerrando una serie donde se había producido el toreo puro, ese que se ejecuta de “arriba abajo y de afuera pa’dentro”, lo único, que me supo a poco, ya que las series fueron un poco cortas. Los movimientos dentro de las piezas musicales tienen que durar su tiempo para que puedan disfrutarse en su justa medida. En la suerte suprema, al director se le cayó la varita y la orquesta desafinó, y se tuvo que conformar con la vuelta al ruedo.
¡Ah! Se me olvidaba, el toro se llamaba Taconero.

En los siguientes pasajes no hubo armonía y la magia desapareció del ambiente para volver a la vulgaridad en que estamos sumidos en la mayoría de las tardes. Así que el primero de El Califa, director de lidia, manifestó una evidente falta de fuerzas; pero de salida el toro iba bien por los dos pitones. Aquello, unido a que fue muy mal picado, trasero en ambas entradas al caballo, condicionó su comportamiento posterior. Para que vean lo que es un toro con casta, ahí va un ejemplo; El Niño de Santa Rita se vio apurado en el tercer par, se paró en la cara del toro, y este vio la presa a su alcance, hizo por él. Gracias a la escasez de fuerza de este, sino, hoy lo estaríamos lamentado él y nosotros.
Aun así, el toro llegó a la muleta para que El Califa pudiera sacarle algunos muletazos; pero claro, el toreo moderno está imponiendo que las series sean cortas y así lo hizo el torero, dando series de dos muletazos para a continuación cerrar con el de pecho.
El cuarto sale aletargado y le dan muchos capotazos para fijarlo y ponerlo en suerte. En la primera vara lo pican trasero y le tapan la salida, manifestando una evidente flojera, por lo cual el presidente, ante las protestas, decide cambiarlo.

El sobrero, un toro de los Hnos. Lozano, es un toro sin trapío que le salva la cara. Mansea en su encuentro con el capote, pero El Califa torea al revés, es decir, dando el paso atrás en todos los capotazos. En la suerte de varas, para no cambiar, lo pican trasero.
El toro llega con codicia a la muleta, pero el coleta no está dispuesto a fajarse con él, como consecuencia de ello le da unos muletazos de recibo que más parecen latigazos, y lo único que consigue con ello es que el comportamiento del toro se vuelva brusco y peligroso. Con la izquierda le tira un gañafón que casi le corta el corbatín, y ante esto, el torero decide aliñarlo y entrar a matar, para lo cual necesita tres pinchazos, una media atravesada y cinco descabellos, por lo que escucha un aviso. Estos toreros necesitan ir a la escuela a que les enseñen cómo se lidia, pero deben hacerlo pronto, porque sino ¿quién les va a enseñar?.

De Dávila Miura reconozco que no tengo ningún motivo para hablar bien de este coleta, aún no he visto en esta plaza algo de este torero que me haga sentirme orgulloso como aficionado. A lo mejor es que no lo soy, pero seguiré aspirando a serlo algún día.
Su primero flojea de las manos y es picado trasero. El presidente, en un detalle golfo, cambia el tercio antes de que el toro salga del caballo, y lo que se esperaba, a la salida el toro pierde la verticalidad, agudizándose las protestas.
Por fin se ve un buen par de banderillas a cargo de Pedro Muriel. Con la muleta, el toro se viene arriba y tiene su punto de codicia, pero el torero no sabe lo que es cruzarse, pero sí utiliza el pico de la muleta, ¿será congénito?. El caso es que su faena cae en la vulgaridad y como el anuncio de las pilas, … y sigue … y sigue dando trapazos hasta aburrir a la parroquia. Mata de bajonazo trasero recibiendo un aviso.
En el quinto vemos la mejor vara de la tarde; pero como la felicidad dura poco en casa del pobre, el picador le tapa la salida al toro para no desentonar con sus compañeros. No me cabe la menor duda de que se han puesto todos de acuerdo.
El tercio de banderillas es de juzgado de guardia, y claro, el toro viene avisado de antemano, pero mira por dónde el coleta le da un muletazo tirando del toro y este mete la cabeza con suavidad. Al parecer esto no le interesaba al torero, por lo que comienza a tapar al toro y a hacer ver que no tenía un pase. Eso es lo que se llamaría vergüenza torera, pero la revés.
Mata de dos pinchazos y se echa el toro. Aviso y bronca.

 

Pepeillo

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