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San Isidro 2005

12ª Corrida de feria, 22-5-2005, Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Toros de: 1º, 2º, 5º y 6º de Charro de Llen.
3º y 4º de José Ignacio Charro.
Ambos encastes de Atanasio Fernández.
Terna Juan Diego: De grana y oro, con remates blancos. Silencio en ambos.
Sebastián Castela: Verde y oro con remates negros. Oreja en su primero y petición en su segundo.
Serafín Marín: Crema claro y oro. Aplausos en ambos.
Presidente  
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Y salió el quinto toro, un “colorao” de nombre Malaganto y un metro de pitón a pitón, que levantó los ánimos de los aficionados. Tuvo de salida una embestida incierta y sin mucho recorrido. Pero con el montado demostró que tenía mucha casta dentro y tanto toro como picador llevaron a cabo una bella pelea en las dos veces que entró al caballo.

Al toro le faltó otra vara, ya que quedó un poco entero para la muleta, pero el coleta comenzó su faena en la boca de riego y estuvo muy valiente con él. Tenía que salir a jugársela, y así lo hizo y consiguió que el toro metiera la cabeza, sacándole muletazos de mucho mérito. Aunque la faena tuvo algunos altibajos nunca dejó de dar la cara, lo que dio origen a que los espectadores no pestañearan durante la faena. El toro fue aplaudido en el arrastre y se pidió la vuelta al ruedo que el presidente no concedió.

El comportamiento de la corrida hasta la salida del toro reseñado no era para tirar cohetes, con el caballo se podría decir que cumplieron, pero no dejaban ningún sabor de boca, ni malo ni bueno. Con la muleta hubo de todo. El primero de Juan Diego estaba escaso de fuerzas y sospechoso de cabeza. No se empleó con el caballo y se quedaba corto por ambos pitones, y por mucho que el torero lo intentara era imposible. Con su segundo, un toro sin divisa, inválido y muy protestado, dio origen a escucharse por los tendidos la pregunta: ¿A quién defiende la autoridad?. La respuesta ya la conocen. El presidente no debió permitir su lidia, ya que el torero no pudo hacer nada que no fuera de enfermero, porque en cuanto le bajaba la mano el toro perdía la verticalidad.

El primero de Castela tuvo muchas complicaciones y en los primeros lances de recibo le tiró un gañafón al cuello que heló los tendidos, pero el torero lo aguantó sin inmutarse. El burel cumplió con el caballo, al cual derribó en el primer encuentro, pero más como consecuencia de la romana que por casta. La faena de muleta la comenzó el torero con un añadido en su contra, el aire, que afeaba las intenciones del torero y ponía en peligro su integridad física. Pero Castela lo intentó y consiguió algunos derechazos de calidad bajando la mano en la misma boca de riego. Cuando lo intentó con la izquierda el aire le descubrió y el toro se lo echó a los lomos, sin consecuencias para el torero. Hay que tener en cuenta que le sacó al toro lo que tenía y eso siempre tiene su mérito. Cierra su faena con unas manoletinas.

Serafín Marín, como toda la terna, se encontró con su enemigo particular, el aire, con lo cual vimos que no se acopló por ninguno de los dos pitones. Comenzó su faena en el centro del anillo. El toro tenía una embestida incierta, a lo que se le unía en su contra el aire, por lo cual el torero tomó sus precauciones, pero al recogerlo en el tercio el toro metía la cabeza con más claridad, pero ya estaban toro y torero pasados de faena. El sexto, un galán de bonita estampa, era un manso de libro. Salió en busca de la dehesa en cuanto sintió el hierro de la puya en el morrillo. En la segunda vara, se agarró bien el picador pero el toro no se empleó. Con la muleta le echa la cara arriba pero el torero le aguanta bien, lo intenta por ambos pitones, pero el toro tiene mucho peligro, con lo que el torero abrevia y pone fin a la faena con una estocada entera y tendida y dos descabellos.

Pepeillo

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