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San Isidro 2005

19ª Corrida de feria, 29-5-2005, Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Toros de Núñez del Cubillo. Encaste: Osborne en la línea de Tamarón Mora Figueroa.
Terna Sebastián Castela: Verde pistacho y oro. Dos pinchazos y estocada baja, trasera y atravesada. Aviso. Silencio. Metisaca en los bajos, estocada baja. Aviso. Aplausos y protestas cuando saluda.
Salvador Vega: Celeste y oro. Casi entera atravesada con el brazo suelto. Silencio. Cinco pinchazos y estocada casi entera ya caída. Silencio.
Miguel Angel Perera: Verde y oro. Estocada de bonita ejecución un poco trasera. Tímidos aplausos. Tres pinchazos y estocada trasera. Silencio.
Presidente D. José Manuel Sánchez García
Comentarios Lamentable


¡No se puede llamar toreo cuando no hay toro!. Lamentable el estado de los cinco primeros toros que salieron por chiqueros, manifestando el ganadero que busca en la selección que el toro colabore con el torero, y me parece muy bien, pero ha invertido los términos porque el toro que mejor colabora con el torero es el toro encastado, bravo y con fuerza, que son los que llevan la emoción a los tendidos. Pero estos toros se los tienen que comer los ganaderos con patatas porque ya se encargan los taurinos de ello, y creo que por ahí es por donde deberían comenzar a solucionar el mal de la fiesta, si es que quieren solucionarlo.

La autoridad que ayer se sentó en el palco dio un mitin de incompetencia en sus funciones, pero ya nos tienen acostumbrados a este tipo de atropellos. Me decía un aficionado: dejan a muchos toros en el ruedo porque creen que van a venirse arriba en la muleta y después se encuentran que siguen tan cadáveres como antes. Y me pregunto ¿Cómo solucionan este atropello? ¿Piden a la empresa que echen el sobrero? ¡No! ¿Lo pagan ellos de su bolsillo? ¡Tampoco! Conclusión, el único que gana es el empresario.

El problema no acaba aquí. Después de soportar el engaño y el fraude, si un toro se viene arriba en la muleta, eso sí, con las fuerzas justitas, los toreros sacan a relucir su incompetencia profesional y no saben lo que es torear, o no quieren. Unos porque están inmaduros y otros porque vienen a esta plaza a cubrir el expediente. Casos de estos llevamos en la feria unos cuantos ya.

Bueno, vamos a hablar un poco de la corrida. Castela le tocó un primero y, aunque no fue picado, llegó a la muleta con las fuerzas para mantenerse de pie. Puso mucha voluntad y le dio unos pases cambiados de recibo, pero en la primera serie de redondos el toro le tocó el trapo en todos los pases. En la segunda serie estuvo un poco más aseado, pero no caló en los tendidos. Al natural dio muchos trapazos y eso que el toro tenía mucha nobleza.
En su segundo, un toro astifino con mucha clase en la embestida, le dio una media verónica muy bonita pero sin romperse la caera. El toro no fue picado, como casi toda la corrida. En la faena de muleta le dio unos estatuarios, pero el toro se quedaba corto a lo le unió Castela su valor, aguantándolo mucho. Da una buena serie citando de lejos, pero al rematar con el pase de pecho, se cae el toro. Con eso lo digo todo.

Salvador Vega sigue en sus trece de no querer ser nadie en el mundo del toro y ha pasado por la feria casi de puntillas. Espero que no se arrepienta de no haber dado el paso para adelante cuando tenía que haberlo dado. En su primero no da ni una verónica en condiciones y el toro embestía con las patitas por delante, signo de debilidad. En la suerte de varas, el toro fue protestado por flojo, que como dije fue el mal endémico en toda la corrida excepto el último. En la suerte de banderillas se tuvo que desmonterar Juan José Trujillo, que puso dos pares de banderillas muy buenos.
Con la muleta cita de lejos en redondos y el toro va a un buen tranco, pero el torero no le aguanta, el tren iba a mucha velocidad y la cantidad de movimiento con las navajas en la frente le echa “pa tras”. Al natural consigue un pase con hondura, pero no liga y utiliza las ventajas que pone a su alcance el toreo moderno, pero claro, el premio del público va en la misma relación.
Su segundo fue un toro manso que tuvieron que darle muchos capotazos para que entrara al caballo, y en la faena de muleta embestía con la cara alta y tiraba unos hachazos para seccionar un árbol. El torero dio muchos pases pero sin ninguna calidad.

A Perera le tocó de primero un cadáver y en la primera vara el picador le tapó la salida y cuando se la abrió el toro se cayó. En la segunda solo marcó el puyazo. Cuando fue cambiado el tercio, apareciendo el pañuelo blanco, la afición se indignó y, en la manifestación de su malestar, dijeron de todo. ¡Fuera los ladrones! fue lo más bonito que dijeron. ¿Llevarían razón?
Todo lo que vino después lo podemos imaginar. Al segundo natural que dio al cadáver le bajó un poco la mano y el toro se arrodilló a rezar la oración. ¡De vergüenza!
El sexto, un galán corniveleto y astifino que daba miedo verlo desde el tendido. En la primera vara acudió con alegría al caballo y el piquero picó un poco trasero pero perdió las manos. A la segunda, acudió con tranco también pero sólo marcó el puyazo, trasero y un poco bajo. El público se rompía las manos a aplaudir a Luciano Briceño, Chano. Pero no fue para tanto, claro en el país de los ciego, el tuerto es el rey.
Con la muleta lo cita desde los medios y comienza la faena con un pase cambiado, dos estatuarios sin inmutarse, y ya abriendo el compás, un pase por alto. Dio a continuación una serie de redondos muy templados ligando, pero a partir de aquí el toro se vino abajo y comenzó a tardear en acudir al engaño, pero cuando acudía lo hacía con clase, haciendo el avión, y el torero sólo tenía que marcar los tiempos con los vuelos de la muleta, pero eso debe ser difícil porque a partir de este momento el torero comenzó a sacar los defectos del toreo de su tiempo, pico y perder pasos. Es decir, faena de más a menos. Una pena, para el torero y para el público que dejó de ver una buena faena. ¡Otra vez será!

Pepeillo

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