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San Isidro 2005

22ª Corrida de feria, 1-6-2005, Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Toros: Partido de Resina. Encaste: Cabrera – Pablo Romero.
Terna Manolo Sánchez: Negro y oro. Bajonazo de prevención. Silencio. Metisaca, dos pinchazos y tres descabellos. Silencio.
Víctor Puerto: Blanco y oro. Bajonazo de retirada de carnet. Bronca. Pinchazo hondo desprendido y un descabello. Silencio.
José Pacheco “El Califa”: Azul marino y oro. Estocada trasera. Aplausos y saludos desde el tercio. Pinchazo, estocada y tres descabellos. Silencio.
Presidente D. José Manuel Sánchez García
Comentarios Decepción


Los aficionados, aunque no lo manifestaban, abandonaron la plaza cariacontecidos ya que su expresión los delataba. “Los pabloromero” tuvieron la culpa y si esto lo unimos a la decepcionante corrida de Miura: ¡vaya semana torista que llevamos! Los toros que se lidiaron de la ganadería titular salieron descastados y muy complicados y los toreros no vinieron mentalizados para un encierro de este tipo ya que en el cartel había toreros de distinto corte, pero en la actualidad lejos del caché que tuvieron no hace mucho, aunque insisto, el ganado tuvo muchas complicaciones.

Se devolvieron tres toros, 1º, 3º y 5º, y en su lugar salieron dos sobreros de Puerto Frontino y un tercero de José Escobar que tampoco hicieron olvidar a sus antecesores. Este último hizo abrigar esperanzas a los aficionados por su encaste graciliano, pero, ni con esas, la tarde se había torcido y aquello no era capaz de levantarlo nadie. Los toros de la ganadería titular, preciosos de lámina, daba gusto verlos irrumpir en la arena, pero en ningún momento demostraron el motivo por el cual estaban en el ruedo.

Manolo Sánchez no se acopló en su primero, un sobrero de Puerto Frontino, un toro complicado de embestida bronca a lo que se unió la desconfianza del torero. Su segundo, un galán de preciosa lámina y buenas perchas, salió dispuesto a no pelearse con nadie y en la primera vara se dejó pegar, pero comenzó a desarrollar sentido y complicó la existencia a los peones en el tercio de banderillas. Llegó a la muleta avisado por los dos pitones y no pasaba por ninguno de ellos, por lo que el torero decide abreviar.

El primero de Víctor Puerto, de la ganadería titular, fue codicioso en el caballo y tuvo fijeza. En banderillas se lució Curro Robles, por lo que tuvo que desmonterarse para responder a los aplausos del respetable, pero ahí se acabó todo, al toro le costaba humillar y al torero bajarle la mano por lo que la lucha fue incoherente y aunque el torero expuso ante la incierta embestida del toro, no consiguió sacar nada de él.
Su segundo, un sobrero de Escobar, dio una lección magistral de mansedumbre y huía hasta de su sombra y lo que me sorprendió es que no fuera castigado a banderillas negras. ¿Se enteró el presidente de este hecho? A lo mejor no lo condenó porque en la plaza no había este tipo de banderillas. Los rehileteros tuvieron que entrar cuatros veces para colocar cuatro palos. El torero lo intentó pero al segundo muletazo el toro recorrió la plaza y el torero tuvo que ir tras él. Continuó con unos pases por bajo y a continuación se echó la muleta a la izquierda y al segundo muletazo estaba el torero con su mano como única defensa. Probó el pitón izquierdo pero el toro cortaba el viaje descaradamente. No cabe duda que el torero lo intentó.

El primero de El Califa fue sustituido durante el tercio de banderillas y en su lugar salió un sobrero de Puerto Frontino, escaso de fuerzas. En la primera vara se dejó pegar por el piquero. Con la franela en la mano le dio unos muletazos templados pero el toro perdió las manos. Con este animal tuvo el torero dos enemigos, la flojedad del toro y el aire. Al natural se quedaba corto y embestía con la cara alta. Lo intentó el torero pero se quedó sin toro.
Su segundo tuvo un comportamiento variado con los montados. En la primera vara se dejó pegar pero en la segunda manseó. Con los rehiletes se desmonteró Pedro Vicente Roldán y en el último tercio de la faena el toro embiste con la cara alta, pero al torero no se le aprecia interés en bajarle la mano y con este tira y afloja despenó al burel de una estocada y tres descabellos. Eran las 21.40 horas de la tarde.

Pepeillo

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