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San Isidro 2005

24ª Corrida de feria, 3-6-2005, Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Toros de Victorino Martín. Bien presentados. Encaste: Albaserrada.
Terna Luis Miguel Encabo: Verde botella y oro. Metisaca, pinchazo hondo bajo y descabullo. Silencio. Media estocada tendida y descabello. Aplausos.
Manuel Jesús, “El Cid”: Azul y oro. Estocada. Dos orejas, la segunda protestada. Dos pinchazos y estocada baja. Vuelta clamorosa.
Luis Bolívar: Lila y oro. Bajonazo. Protestas. Estacada y dos descabellos. Silencio.
Presidente D. César Gómez Rodríguez
Comentarios Puerta grande


Por fin El cid consiguió abrir la puerta grande al cortar los dos apéndices a su primer enemigo, de nombre Gamberro, aunque la segunda oreja fue protestada por un sector de la plaza. El toro metió bien la cabeza en los lances de recibo, pero no se empleó en el caballo y fue muy mal picado.
Comenzó toreando al natural, dándole distancia, adelantando la muleta, cargando la suerte y trayendo al toro toreado desde que se arrancaba, ligando, y a un “vitorino”. ¡Se puede pedir más!. Qué casualidad que a este torero le vale todo, lo comercial y lo duro. Ya lo demostró con lo de Alcurrucen. El único impedimento, si es que se puede poner alguno, es que el animal tenía una embestida corta y como consecuencia de ello sufrió un desarme al aguantarle en un pase, y claro, este hecho hizo que a la faena le faltara el esplendor que hubiera dado un toro con más recorrido. Pero eso son especulaciones. Si dos orejas fue mucho premio, creo todos tuvimos en la mente la compensación por lo que la espada le negó en su anterior comparecencia, que sea justo o no, así es de caprichoso el público de Las Ventas con el torero de verdad.
En su segundo, un cornivuelto astifino en el tipo de la casa, fue un toro que no se entregó en el caballo y fue el único de la corrida que manseó, ya que buscó en algunas ocasiones los terrenos de querencias. Arrogante y bravucón, no perdió detalle de lo que ocurría en los tendidos, pero cuando El Cid tomó la franela hizo que tuviera la fijeza necesaria para dar unas series de redondos llenas de mando, dándole la distancia adecuada, cortas, porque al toro le costaba tragar el tercer muletazo, pero llenas de temple y hondura. No dudo que se pueda torear mejor, pero de la forma que lo hizo El Cid hacía tiempo que no se veía en esta plaza. Pero los hados de la espada volvieron a darle la espalda, negándole con ello lo que hubiera sido un éxito como hacía años no se daba en Las Ventas. No obstante, dio una vuelta al ruedo siendo aclamado con unanimidad.

Luis Miguel Encabo estuvo muy torero toda la tarde, y hasta en sus funciones de director de lidia, hecho que deberían seguir muchos matadores que se inhiben de esta función, tarde tras tarde, no perdió detalle. En su primero, un toro con la cara justita pero en el tipo, no tuvo mucha codicia en la pelea con el caballo, pero se dejó pegar por el piquero que picó trasero y bajo. En la muleta tuvo el problema añadido del viento, pero el toro fue de embestida corta pero noble y Encabo no se acopló con él.
Su segundo fue también picado trasero y la única virtud que tuvo es que se dejó pegar, pero se pudo comprobar que era un toro más complicado, ya que recortaba por el pitón derecho. Con la muleta se agravaron las dificultades y el toro en cada pase sabía lo que dejaba atrás, a pesar de todo, Encabo estuvo muy digno con él, intentándolo por ambos pitones y la única faena posible que tenía el burel era el arrimón.

Luis Bolívar se le vio con poco oficio para este tipo de ganado y quiso hacerle a sus dos toros la faena que seguramente traía en mente, pero con este ganado eso es una equivocación. En su primero lo intentó, pero se vio desbordado ya que dudó mucho en la cara del toro y a estos animales o les puedes, o te levantan los pies del suelo. Con ellos no vale el alivio, eso es para otro tipo de ganado más facilón. A su segundo lo recibió a portagayola, llevando con ello el encogimiento de los corazones de muchos espectadores que presagiaban lo peor, pero afortunadamente no ocurrió nada. Al toro le costaba pasar por los dos pitones y lo enganchó sin consecuencias. Cuando volvió a la cara del toro siguió con la misma tónica, perdiéndole pasos y toreando al hilo de la pala del pitón. Mata de una estocada y dos descabellos, dando con ello por finalizado el abono de San Isidro 2005.

Pepeillo

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