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San Isidro 2005

8ª Corrida de feria, 18-5-2005, Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Toros de Alcurrucén: Encaste: Carlos Nuñez.
Terna César Rincón: De Azul y oro. Estocada baja, oreja. Estocada desprendida, oreja. Sale a hombros por la puerta grande.
Manuel Jesús “El Cid”: De Tabaco y oro. Pinchazo sin soltar, metisaca en el cuello, pinchazo sin soltar, pinchazo hondo y estocada baja perdiendo la muleta. Silencio. Tres pinchazos, atravesada y caída. 2 vueltas clamorosas al ruedo.
Eduardo Gallo. De verde y oro. Bajonazo y tendida. Silencio. Pinchazo hondo y estocada. Silencio.
Presidente D. Manuel Muñoz Infante.
Comentarios Al César lo que es del César


Ayer hubo torero del bueno y variado, y hasta me atrevería a decir que dos escuelas diferentes pero muy buenas las dos, y con ello quedó relegado a un segundo plano el problema eterno de que sea necesario cortar dos orejas a un solo toro o tres orejas en total para salir por la puerta grande. Cualquier solución es válida y lo que me gusta menos, que con estocadas como las que se están viendo, no influyan lo mas mínimo en la concesión de trofeos. En una palabra, se ha oficializado el bajonazo, pero visto lo que se vio ayer en Madrid, quedó atenuado este hecho.

César Rincón demostró que tiene que decir mucho todavía en el mundo del toro y demostró que está a años luz de muchas de las figuras que lucen su palmito por los ruedos españoles. En su primer toro con temple, distancia y conocimiento de los terrenos sacó agua de donde no había y le hizo una faena y demostró lo que se puede hacer a un toro, aunque muchos de nosotros no dábamos un duro por él. Cierto que varios momentos de la faena metió el pico y toreó fuera de cacho, pero tuvo una virtud que a mi corto entender anuló los anteriores defectos, que fue la ligazón. Estuvo muy torero, ligó cinco redondos, que puso en pie a toda la plaza, y en una serie de naturales tuvo los recursos suficientes para salir de la cara del toro con un afarolado precioso y tapó con ello las deficiencias que había tenido la serie. Es decir, oficio del bueno, aplicado sin trampa ni cartón.
En su segundo, como en su primero, la cuadrilla lidió con mucha profesionalidad y al recibirlo de capote el toro demostró que tenía condiciones para la lidia, ya que iba de largo por ambos pitones. En los lances de recibo hubo una pelea de poder a poder entre toro y torero, ya que aquel empujó con mucha codicia, y el torero intentó demostrarle su mando en la pelea.
Con la muleta, otra de lo mismo. Entusiasmó a los aficionados y público en general con un recital de conocimientos de los terrenos, de la distancia que pedía el toro y del temple. Dio unas series de redondos cerrados con los del pecho muy ajustados, maravillosos. Dio una serie de naturales en un palmo de terreno cerrados con un pase de pecho que paró el tiempo. Como colofón intentó matar recibiendo pero pinchó, no obstante, y a pesar de matar de una estocada baja, le fue concedida la oreja.

Pero salió el quinto de la tarde, justito de trapío y su lidia correspondió a Manuel Jesús, El Cid. Un toro que fue protestado de salida por la afición. No debía caer ese torero en estos males que afectan a la mayoría de los toreros, por culpa del corrupto taurinismo reinante, porque actualmente es un torero con poder y que ha tenido su base torera en las corridas con ganaderías duras, ganándose con ello el respeto de la afición. Él sabrá lo que hace si decide ir por el camino de la facilidad.
Al toro tuvieron que medirle mucho el castigo en varas ya que también estaba justo de fuerzas, a la par que fue muy bien lidiado por su cuadrilla. Y llegó la hora de la verdad, donde el torero tenía que responder a su compañero de cartel que ya tenía la puerta grande abierta de par en par, e intentar superarlo, ya que en los quites le había mojado la oreja Rincón en su primero, dando una media verónica de ensueño.
Lo primero que hizo fue citarlo desde el anillo y dar una serie de redondos muy templados. Con esto se había consumado el matrimonio entre toro y torero. El torero dijo sí y el toro, también. Sólo que en este enlace no estaba permitido el engaño. El toro exigía la verdad por delante, y eso fue lo que ofreció el torero. Comenzó a sonar la música callada del toreo, donde los espectadores hacían el coro con sus espléndidos ¡olés!. Lo único en su debe es que las notas musicales de cada serie se quedaban cortas, y había pentagrama suficiente para seguir escribiendo más. El toro tenía una fijeza que permitía que las notas se fueran escribiendo en línea recta y el pico de la muleta apareció en algunos momentos del concierto.
Pero llegó la hora de la verdad, había que cortar ese sueño, pero no de una forma brusca, sino dar a entender que se seguía soñando, pero a los hados se les fue la inspiración y el estoque con más pasión que atino, no dieron con el lugar adecuado y el aire se fue llevando las notas musicales poco a poco dejando en el ambiente un sabor entristecido. No obstante, el torero tuvo que dar dos vueltas al ruedo en honor a multitud, porque en verdad, se lo había ganado.

No me veía ayer en la piel de Eduardo Gallo, viendo desde la barrera lo que torearon sus compañeros de terna. ¿Qué pensaría el chaval? Supongo, y soy positivista por naturaleza, que aprendería mucho y por supuesto disfrutaría como la mayoría del público asistente a Las Ventas, pero sin la responsabilidad de ser partícipe directo de la terna, le hubiera gustado verlo desde otro lugar de la plaza.
Él que confirmaba la alternativa, le tocó un primer toro justo de trapío que le salvaba la cabeza, pero en la faena de muleta no se acopló a la codicia del toro, recibiendo un silencio respetuoso como premio a su labor.
El sexto era de otra catadura, pero el de más trapío de la corrida, y lo que ocurrió fue que el toro se rajó en los primeros compases de la faena y aunque el torero lo intentó, sino hay material no se puede luchar contra este preponderante.

Pepeillo

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