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San Isidro 2006

20-5-2006 Corrida de toros. Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros 1º, 3º, 4º y 6º de Javier Pérez Tabernero. Encaste: Atanasio Fernández. 2º de José Luis Pereda. 5º sobrero de La Dehesilla
Terna Enrique Ponce : De tabaco y oro. Bajonazo, pinchazo sin soltar, estocada trasera y tendida. Aviso. Descabello. División de opiniones.
Salvador Vega:
De vainilla y oro. Pinchazo, bajonazo, aviso y tres descabellos. Silencio.
Álvaro Justo: De verde y oro. Bajonazo atravesado saliéndose de la suerte. Silencio. Bajonazo. Silencio.
Presidente D. César Gómez Rodríguez
Comentarios Mansedumbre

 

Ayer se llenó de mansedumbre el albero de la plaza. Todo lo que salía por chiqueros no se libraba de ese mal que los ganaderos nada más oír, cruzan los dedos para que no entre en sus fincas. Pero no paró ahí, también acusaron flojedad, y ese realmente sí que es el mal de la fiesta. Un toro manso si tiene algo de casta, aunque sea mala, puede dar espectáculo si delante tiene un torero que quiere demostrar que es torero, y eso fue lo que pasó ayer en el segundo de la tarde, que Enrique Ponce se fue con la cara muy alta de la plaza después de haber lidiado al toro que le tocó en suerte, que llegó a la muleta con casta y con peligro. El astado desde que entró al caballo mostró sus credenciales de manso, cambió los terrenos el torero llevándoselo a querencias pero ni por esas conseguía que el toro acudiese al montado. Al final lo tuvo que picar en los medios, dado que el toro en otro lugar no quería ni ver al caballo, y menos al picador, claro. Lo único reprochable al torero es que le faltó entrar a matar a ley, ya que las veces que lo hizo se pudo comprobar que realizó la suerte fuera de cacho.

Con su segundo, un toro blando y manso que recortaba por el pitón derecho hasta poner en apuros a los banderilleros, el torero no quiso arriesgar, toreando con ventajas perdiendo pasos en cada muletazo, y sin ligar.

A Álvaro Justo , que confirmó la alternativa, le tocó en suerte un burel manso, soso y que no trasmitía nada a los tendidos. Con esto, el torero no realizó nada destacable durante la faena con el propósito de agradar, que no fuera perderle pasos a su oponente en cada muletazo, aburriendo con ello al público. Al sexto de la tarde, un toro protestado por inválido, no consiguió acoplarse en ningún momento las condiciones del toro.

Por su parte, Salvador Vega es un torero de los denominados artistas, y en su segundo toro casi consigue extraer de las gargantas del respetable esa exclamación tan torera como es el "Olé", que sintoniza el muletazo que se ejecuta con sentimiento como si de una varita mágica se tratara, con todas las gargantas de la plaza. Pero falló la colocación del torero que estuvo toda la faena fuera de cacho, y eso restó hondura a su labor, no llegando con ello a calar en el sentimiento del público. A su primer toro, un manso donde sólo se encontraba a gusto reculado en tablas, le costó un triunfo sacarle los pocos pases que le dio. Realmente el toro tampoco se merecía más.

Pepeillo

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