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San Isidro 2006

26-5-2006 Corrida de toros. Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros Lagunajanda . Encaste: Juan Pedro Domecq en la línea de El Torero
Terna Uceda Leal : De grana y oro. Lidió un sobrero de Mª Carmen Camacho . Estocada caída en el primero de la tarde. Silencio. Estocada delantera en el cuarto. Pitos. El toro fue aplaudido tímidamente en el arrastre.
Eduardo Gallo
: De Verde y oro. Bajonazo infame saliéndose de la suerte, dos descabellos, aviso, dos descabellos, al segundo de la tarde. Pinchazo hondo delantero perdiendo la muleta y dos descabellos al quinto de la tarde. Silencio.
El Capea:
De azul marino y oro. Estocada casi entera caída y atravesada en el tercero. Bronca. El toro fue aplaudido en el arrastre. Estocada desprendida al sexto. Silencio.
Presidente D. Trinidad López Pastor
Comentarios Toreo moderno

No cabe duda de que nada ni nadie puede resistirse al paso del tiempo y el mundo del toro, para no ser menos, también ha caído rendido a sus pies. El toreo moderno se ha impuesto a pesar de que cuatro trasnochados e infatigables aficionados traten de ocultar su fracaso en oposición a lo que ya es su hecho. No resistirán, al final caerán en las redes del modernismo y cuando estén en él se integrarán sin ningún problema.

Los toreros antiguos, todos, han coincidido en lo mismo: Hubo una época en que se toreaba con más perfección que antes, el único problema es que ese tipo de toreo lo llevaban a cabo un ramillete de toreros muy seleccionado, casi tantos como aficionados rancios han quedado por esas plazas de nuestra geografía, que van pidiendo a voces tonterías como la que el torero cargue la suerte, que se ponga en su sitio, u otras del tipo, que toree para adentro en lugar de para afuera y que las faenas duren menos, y lo que ya clama por su ignorancia es que exigen que no se afeiten los toros.

Estos fracasados aficionados no se han dado cuenta de que las modas van cambiando como la vida misma, y que la modernidad llega a todo tipo de actividad y cómo no, al mundo de los toros. Hoy no se comprende que estos señores, que antaño no dudo que tuvieran algo de fuerza con sus exigencias, se hayan convertido en un reducto de ignorantes que no han evolucionado y que con sus exigencias no sólo molestan al moderno aficionado, que asiste a este tipo de festejos a divertirse, sino que dudan de la honradez de los profesionales que se dedican en cuerpo y alma a este tipo de espectáculos. Hoy lo que el aficionado reclama es la cantidad con un cierto grado de calidad, hoy sería poco rentable preparar a un torero para que salga al ruedo con la calidad exigida en tiempos pasados, ya que eso costaría un capital que ningún ponedor estaría dispuesto a gastarse. Las plazas se llenan hoy de público con unas exigencias que nada tienen que ver con las de hace años. Como dije antes, los tiempos cambian y los toreros también.

Ayer en Las Ventas se vistieron de toreros tres modernos espadas y su denominador común fue que cumplieron con creces las exigencias solicitadas por los aficionados asistentes. En esta faceta destacó El Capea , que en su tercer enemigo estuvo genial en cantidad pero pobre en calidad, pero eso actualmente está caduco, sólo hubo un grupito de aficionados que le reprochaban que el toro metía la cabeza con claridad marcándole en cada momento cómo tenía que dar los pases, y dónde tenía que colocarse, vamos, como si no conociera el maestro su oficio, permitiéndose decir que el torero tuvo una tarde aciaga dejándose ir una oportunidad de oro para haber bordado el torero.

Sobre el fino torero salmantino, Eduardo Gallo , se oyeron sandeces como que estuvo buscando su sombra durante toda la tarde, al no acoplarse con sus dos enemigos, cuando el torero deleitó al público asistente con su toreo moderno, basado fundamentalmente en la mano derecha, y a media altura ya que el toro le costaba humillar, debido al castigo que había sido sometido en el caballo. Se le anotaron más de cincuenta y tres derechazos que encandilaron a la mayoría de los aficionados asistentes, excepto, como digo, a ese reducido grupo de insolentes que encima se consideran aficionados, que lo único que hacen es romper la armonía de una tarde de toros, creando con ello la confusión entre el público entendido.

Uceda Leal no quiso ser menos que sus compañeros de terna y estuvo tan torero como ellos, y lo que antes hacía mal, que era ejecutar la mal llamada "suerte suprema", no entendemos aún por qué, con una exactitud milimétrica clavando el estoque en el hoyo de las agujas, ayer sus dos estocadas quedaron inmortalizadas para siempre dentro de la escuela del toreo moderno, una fue caída y la otra delantera, es decir, como mandan los cánones.

Pepeillo

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