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San Isidro 2006

11-5-2006 Corrida de toros. Plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Toros De Victoriano del Río. Encaste: Juan pedro Domecq.
Terna Luis Miguel Encabo : De grana y oro. Dos pinchazos, estocada delantera y baja. Tímidos pitos. Estocada desprendida. Oreja.
César Jiménez:
De Azul y oro. Estocada de bonita ejecución. Oreja. Estocada desprendida. Oreja. Sale por la puerta grande.
Eduardo Gallo:
De verde y oro. Tres pinchazos y bajonazo. Silencio. Estocada caída y trasera. Oreja.
Presidente Preside la corrida D. Manuel Muñoz Infante.
Comentarios Sorpresa

 

Ayer hubo una sorpresa agradable en la plaza. Cuando muchos aficionados se preguntaban qué hacía este hierro en San Isidro, y cuando los comentarios previos al festejo eran que había pasado el reconocimiento sin problemas pues ya ves, surge la corrida bien presentada, variada en su comportamiento, en puntas y astifina, y de paso, en líneas generales, embistiendo, para que los coletas tuvieran la oportunidad de hacer el torero grande, ese de, parar, mandar y templar.

Pero vayamos por partes, porque no fue oro todo lo que relució ayer en la arena. De entrada, este coso cada día está más fácil, porque de la misma manera que por una buena estocada se ha cortado una oreja, también debía tenerse en cuenta no darla cuando se mata de un bajonazo infame, y eso está ocurriendo con bastante frecuencia, ya que muchos toreros consiguen la puerta grande cortando una oreja en cada toro, y eso creo que debía modificarse.

Encabo se encontró en su primero con dos enemigos. Uno, un torazo largo, astifino, probón de salida, con un comportamiento variado en el caballo, ya que al primer puyazo salió suelto de la suerte, sin embargo, el torero lo dejó ver en la siguiente vara y acudió con prontitud al montado, que lo picó sin taparle la salida, lo que ya es una novedad. Pero con los palos le planteó muchos problemas al torero, ya que acudía con buen tranco al embroque y, claro, el torero tuvo que aliviarse en la ejecución de las suertes. A mi parecer, al astado le faltó otra vara para haber atemperado un poquito la embestida. El otro enemigo lo tuvo Encabo en el viento, el famoso viento venteño, porque nada más tomar la muleta, se levantó un aire que le planteó muchos problemas y a punto estuvo de costarle un disgusto. A todo esto podemos añadir que el toro rebañaba por ambos pitones y que le costaba pasar por el engaño presentado por el torero. En su segundo, un galán "bien armao", empujó con fijeza, pero el piquero le tapó la salida, para no variar. Con la muleta se mostró decidido y dio de recibo unos redondos templados y hondos que levantaron los olés del respetable. Continuó variado en la construcción de su faena, la cual fue premiada con una oreja.

César Jiménez salió de nuevo por la puerta grande al cortar un apéndice en cada toro. En su primero no se acopló con el capote a un toro que en la primera vara empujó con clase, pero que ahí acabó su pelea con el caballo, ya que en la siguiente fue un simulacro. Comenzó la faena de muleta citando de hinojos desde la boca de riego, y este detalle embelesó a parte del público, otros decían que de rodillas a pedir a la puerta de la iglesia. El toro tenía una embestida corta pero clara, lo que aprovechó el torero para citarle de frente al natural para dar una serie aseada. A continuación siguió con la izquierda pero ayudándose con el estoque simulado, lo que afeó un poco la faena. Mata de una estocada de bonita ejecución. Su segundo fue un toro aplaudido de salida, con unas perchas impresionantes, pero no hizo buen juego con el caballo. Con la muleta, César Jiménez estuvo valiente ante un toro que le costaba embestir y cuando lo hacía era con la cara alta. El premio concedido creo que fue excesivo ya que se limitó a quitarle las moscas de la cara, y había que recordar que estos toros también tienen su lidia, y esa oreja fue lo que le permitió abrir la puerta grande. No quiero que se interprete que estoy en contra del hecho, pero creo que para conseguir este objetivo hay que hacerlo con verdaderos merecimientos, y en este caso, sinceramente, no los hubo.

Eduardo Gallo tuvo mala suerte con el tercero de la tarde por partida doble. Primero, el toro fue el más flojo de la corrida, no obstante al recibirlo de capote le dio dos verónicas con las cuales intentó parar el tiempo. Segundo, que durante la faena de muleta comenzó a arrear agua del bendito cielo, y gran parte del público de los tendidos abandonaron sus localidades para guarecerse de la lluvia, perdiendo con ello interés su labor. Con todo y con eso consiguió sacarle una serie de redondos muy templados a un toro que se acostaba por el pitón derecho. A su segundo, un toro que manseó con el caballo, le hizo un quite muy ajustado y torero. Durante la faena de muleta estuvo el torero muy decidido a no dejarse escapar la oportunidad que tenía delante, y dio unas series por ambas manos con hondura, pero con la agravante de que al prolongar demasiado la faena el toro lo desarmó dos veces y comenzó a enfriarse el ambiente. Como punto final dio unos pases de costadillo muy ajustados que fueron muy aplaudidos.

Pepeillo

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