¿Señales?

Como todavía no me he ido, aunque estoy más en capilla que un monaguillo, todavía me está dando tiempo a tener alguna que otra señal de esas que te hacen poner la carne de gallina y comerte el coco de mala manera, cosa que por otro lado a mí se me da de lujo, como todo el mundo sabe.

Acabo de encontrarme a Eduardo en la calle; pero cuando digo acabo de encontrármelo es que fue hace 20 minutos; él estaba un poco soso, la verdad, y le costó saludarme porque recordemos que nuestra última conversación fue un poco tirante y terminamos bastante mal. Así que cuando le vi hace un momento, no dudé un segundo y le saludé con la mano y una pedazo de sonrisa (que como ya saben, estaré pagando hasta 2012 y merece la pena lucir) y entonces no entró al portal al que iba y se paró a saludarme, darme dos besos y hablar conmigo.

Igual no lo hubiera hecho, me dio una mala noticia y es que Ebro, el rottweiler que yo le regalé hace años para Reyes, murió hace dos semanas; por lo visto estaba malito y no soportó la ola de calor que tuvimos a finales de julio y el último domingo del mes, se fue solito.

Me eché a llorar en medio de la calle, la verdad, me llevé un disgustazo impresionante, porque yo en su día lo pasé muy mal sacando adelante a ese perro. Nada más comprarlo para regalárselo a Eduardo hubo el primer ataque de un perro a una niña que se cubrió de gloria mediática y todo aquello, más o menos por el año 99 si no recuerdo mal, y cada vez que lo paseaba, aunque fuera una bolita de tres meses, la gente me miraba fatal en la calle y los vecinos hasta me llegaron a insinuar si lo tenía atado en casa Lo dicho, un disgusto de los gordos.

Pero a lo que iba, encontrarme a Eduardo me hizo bien, me sentí bien hablando con él, aunque él no me miraba a los ojos, pero eso nunca lo hace, cosa que odio, por supuesto. Pero fui capaz de mantener una conversación maja y distendida con él, sonreír, a pesar de lo de Ebro, e incluso al despedirme, desearle buenas vacaciones y todo ese rollo.

Pero es que lo curioso es que ese mismo domingo que Ebro se fue, por la mañana, yo estaba paseando a mis dos perros, a Pin y a Musa, y cuando iba por el paseo de la playa, con mi i-pod a toda leche, corriendo, de repente veo a Pepe, a punto de subirse a la moto, con su señora esposa; Pepe se quedó a medias de ponerse el casco, mirándome como quien ve a un marciano, y no paraba de mirarme de arriba a abajo, y luego miraba a los perros, como queriendo cerciorarse de que era yo, claro, he cambiado mucho en estos meses.

Pues cuando me di cuenta de que era él, y de que me estaba mirando atontado, no pude reprimir una pedazo de sonrisa, incluso me atrevería a afirmar que aún más enorme de la que le dediqué hace un rato a Eduardo. A Pepe le sonreí hasta las orejas, mientras continuaba corriendo, hasta que pasé de largo viendo por el rabillo del ojo cómo se quedaba con cara de pocos amigos, terminando de colocarse el casco y las gafas.

Me sentí bien, muy bien, porque no me nació sacarle la lengua, jaja, aunque se lo mereciera, no, porque ahora yo soy otra y soy feliz.

Más señales aparte, es que cada vez que entro en una tienda no hay otro disco sonando que no sean Maná o Alejandro Fernández, enciendo la tv y me encuentro el anuncio de Raphael con gente cantando en la calle y un tío con una camiseta de Banamex haciendo el coro de Aquarius, Paulina Rubio cantó (ejem, ejem) el sábado pasado al lado de mi casa, y mención honorífica para los últimos seis meses en que todos los canales de tv de este país se han puesto de acuerdo para acribillarme con series de hospitales, médicos y demás fauna sanitaria.

Estoy agotá, pero agotá que gracias a que mi santo hermano me va a preasignar asiento chachi para mi vuelo a México y podré arroncharme a dormir las 10 o 12 horas que dura el viaje, porque es que estoy aletargada, y todavía me quedan 48 horas de corre corre que te pillo, porque al capullo de mi jefe se le ha metido en las narices que le finiquite tres o cuatro tonterías antes de cerrar la oficina el viernes.

Pero tengo una tontería encima, una tremenda tontería, que es que me siento como si tuviera 17 años y supiera que el sábado tengo mi primera cita con el guapetón del Instituto; vamos, hacía que no me sentía así.

Y como lo prometido es deuda, pues allá por finales de mes, les daré cumplida cuenta de qué demonios sucedió por tierras charras en estas dos semanas, y para los bloggeros que estén de vacances… que las disfruten, para los que las hayan tenido ya… se siente, y para los que aún no las gozaron… ánimo que ya queda menos!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Rebecuqui

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