The day after

Hoy, lunes de Post-Feria de Abril, viene a mi memoria una película del género catastrófico tan de moda en los años 80, titulada THE DAY AFTER, con un argumento que daba cuenta de un ataque nuclear en Kansas. La angustia de aquellos supervivientes a la catástrofe es la misma que hoy, the day after, siente mi cuerpo. En vez de las radiaciones, bulle en mi interior la explosión de mil botellas de manzanilla junto con un cansancio acumulado de horas de pie de barra, que dejan su huella sobre unos pies hinchados y llenos de ampollas más propias de un peregrino del Camino de Santiago que de un frívolo asistente a este acontecimiento primaveral.

Los estragos de la feria se hacen notar. Nada más levantarme the day after, me peso en la báscula del baño y tengo que ahogar un grito de dolor al ver el display de esa maldita máquina infernal. Tras una ducha relajante, me dispongo a vestirme pero una confabulación de mis trajes, que parece que han encogido, me impide entrar en ellos. Dios aprieta pero no ahoga, ¡existen los pantalones elásticos!, una de las ventajas de ser mujer y no tener miedo al ridículo. A duras penas entran mis pies doloridos en unas deportivas, ya que sólo pensar en los tacones me produce un escalofrío que recorre todo mi cuerpo. De esta guisa vestida y con andares vacilantes me dirijo a mi querido coche.

Atrás queda el recuerdo de la fragancia de Sevilla en primavera, el olor intenso que despide la flor del azahar(1) y que te envuelve en una atmósfera paradisíaca, creo que sin exagerar, como la que debió tener el Paraíso Terrenal. The day after, tras el atasco habitual de los lunes en la M-30, entre los negros olores que despiden los tubos de escape de miles de vehículos, entre ellos el mío, me deslizo muy lentamente camino de la cornada laboral. El lunes empieza a teñirse de negro, y antes de las 9:30 ya me han colocado un marrón que encajo con inusitada mansedumbre, pero que me pesa tanto como los pies.

En la hora de la comida, mi castigado cuerpo sólo me pide agua. Ahora comprendo por qué inventaron la Cuaresma y la pusieron The day after de los Carnavales. Me inclino por el ayuno riguroso y el camino de la virtud para reparar mi dolorido cuerpo, trabajando sin pausa hasta la bendita hora de la salida. De vuelta a casa, me tengo que arremangar y hacer la comida de la semana, sabiendo de antemano que no seré yo quien se la comerá. Para consolarme, saco mi cosecha de agua mineral Solán de Cabras y me pego dos lingotazos.

The day after está a punto de terminar. Caigo rendida en un profundo sueño reparador y cuando amanezca un nuevo día pensaré con entusiasmo que ya falta menos para la Feria de Abril.

Lula

Más relatos de Lula, pulsar aquí
e-mail de contacto: seccionfemenina@gmail.com

(1) El azahar, vocablo nítidamente árabe, es la flor del naranjo, del limonero y del cidro, aunque aquí nos referiremos a la flor del naranjo amargo. El aroma de Sevilla proviene del azahar de los miles de naranjos amargos que decoran la ciudad