¡¡¡Viva el espectáculo!!!

Cuando recuerdo "El Gran Teatro del Mundo" de Calderón pienso que hoy en día Don Pedro podría escribir una serie de televisión de las largas, ¡la de veces que la realidad se vuelve representación!

Durante un tiempo parte de mi trabajo consistió en acudir a presentaciones de nuevos productos informáticos, para los que no tengan el placer diré que viene a ser una sesión de cuentacuentos aburridísima, tan larga en ocasiones que se hace necesario comer entre medias. Mientras el ponente habla, todo el mundo combate el sueño como puede y cuando hay un descanso todos tratan de obtener la máxima información dando la mínima mientras engullen café y pastas.

Por aquel entonces entablamos relación con una empresa extranjera que había abierto una oficina comercial en España hacía menos de un año; además de promocionar sus nuevos productos tenía que resolver un problema, ya que su principal cliente seguía utilizando versiones antiguas que ya no soportaba la casa matriz y carecía de contrato de mantenimiento. El director de la oficina local hizo un gran esfuerzo por conseguir un trato de favor para su cliente aludiendo a las diferencias en la idiosincrasia (comercial) de ambos países. Lo que viene a concretarse en perder dinero con la esperanza de recuperarlo más tarde.

Como parte de su estrategia comercial organizaron un gran evento al que acudiría el fundador de la empresa y al que fuimos invitados todos los clientes presentes o futuros. Cuando salimos de la primera charla al pasillo a estirar las piernas vimos acercarse a toda velocidad con una sonrisa nerviosa al director que nos dijo "Me acaban de despedir, voy a enviarte mi CV por e-mail por si surge algo en tu empresa o en alguna que tú conozcas". Parece ser que el presidente decidió aprovechar el viaje, así que se trajo al abogado y, sin previo aviso y antes de que comenzase la jornada laboral, lo puso en la calle.

La gran reunión se convirtió en teatro y todos fuimos sonrientes actores de comedia disimulando un drama. Sonreía la víctima mientras repartía tarjetas y apuntaba teléfonos y direcciones de correo, sonreían sus compañeros aunque no les llegase la camisa al cuerpo y tuviesen sus barbas a remojo, sonreía el gran ejecutivo disertando sobre el futuro de la compañía en España, la calidad de sus productos y la solidez de la empresa y sonreíamos los invitados mientras brindábamos por ello y tachábamos un nombre en nuestras agendas.

Mabeco

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